Jhon Jairo Angarita Robles no volverá a pisar jamás una cancha y sus fanáticos no lo verán más haciendo sus ‘espectaculares jugadas’ en el campo de acción.
Su vida se esfumó de manera intempestiva mientras disputaba la final del campeonato de Veteranos en Lebrija. Al parecer, una complicación cardíaca, lo retiró para siempre de los escenarios deportivos.
Sus amigos y familiares aún no salen de impacto, pues ‘Maradona’ como le decían de cariño se caracterizaba por ser un deportista de ‘corazón’. Sin vicios y con su pasión al 100 por ciento logró obtener grandes victorias en Bucaramanga, el área metropolitana.
Era reconocido en los campeonatos de ‘barriadas’. También en Rionegro, El Playón y San Alberto, donde se destacaba por ser uno de los jugadores más ágiles con el balón. Hoy el fútbol de barriada está de luto.
Maradona tenía 42 años y la mitad de su vida la dedicó a jugar balompié. Quizá su pasión ‘desenfrenada’ habría sido la causa del repentino ataque. Quienes lo conocían aseguran que en ocasiones excedía sus jornadas deportivas y jugaba entre dos y cuatro partidos en un solo día.
El domingo en la tarde cuando jugaba el torneo en el ‘municipio piñero’ la muerte lo sorprendió. Se desplomó en plena cancha y aunque sus allegados intentaron auxiliarlo, falleció.
Un gran deportista
Además de amar el fútbol, Jhon Jairo adoraba a su familia. Sus tres hijos eran su vida.
Trabajaba como zapatero y actualmente laboraba en una fábrica de muebles.
“Jhon Jairo era una excelente persona, era gran ser humano. Un verdadero tipazo, amaba el fútbol, disfrutaba el fútbol y vivía el fútbol. No tenía vicios y le gustaba mucho el deporte y ni decía groserías”, manifestó Sergio Montaño, uno de sus allegados.
Agregó que lo conoció hace 20 años en el barrio San Miguel. “Era uno de los mejores jugadores de barriada”.
