El asesinato de Justiniano Torres García, de 63 años, en el norte de Bucaramanga ha generado desasosiego y tristeza entre la comunidad. Un impacto de bala en el pecho acabó con sus sueños: ver crecer a su nieta y ayudar a su hija.
Ocurrió la tarde del sábado cuando caminaba por la vía principal del barrio Balcones del Kennedy, en la carrera 10N con calle 24. Habrían intentado robarlo, pero en el forcejeo, le dispararon.
Algunos dicen que el agresor huyó a pie, otros que eran dos y que se ‘volaron’ en una moto roja.
Quedó herido de gravedad. Decenas de personas llegaron para auxiliarlo, quería decir algo, pero sus ojos ya no se volvieron a abrir. Murió cuando ingresó al Hospital del Norte y no alcanzó a llevarle el almuerzo a su adorada hija.
El porta quedó en una bolsa plástica a un lado de su cuerpo. Y la botella de vino que llevaba para festejarle su cumpleaños quedó intacta en el pavimento. Su celular y los pocos pesitos que llevaba también los conservaba. Los malandros le ‘robaron’ la vida.
“Era un camellador, no se metía con nadie y tampoco tenía problemas. Era un tipo sano y honesto, servicial. Se hizo a pulso y era muy serio. Se tragaron a Justiniano. Es un dolor muy grande para la comunidad”, manifestó uno de los vecinos.
Trabajaba por la comunidad
Vivió en ese sector más de 30 años y gran parte de su vida se dedicó al trabajo comunitario. Se desempeñó como vocal y actualmente era el Fiscal de la Junta de Acción Comunal de Balcones del Kennedy. Sus allegados aseguraron que no conocían amenazas en sus contra.
Hace un año con mucho esfuerzo logró conseguir la pensión y se había dedicado a pasar más tiempo con su hija y su nieta.
Eran su razón de ser. Trabajó en empresas de carrocerías y en el negocio de la madera.
