Murió en un acto de desenfreno donde Gilberto Roncancio de 70 años le disparó con la intención de acabar con su vida, por no querer ser parte de la suya.
“No sé cómo decírselo a mi mamá”, decía con los ojos aguados Alfonso Suárez de 25 años, hermano de Diana, de 23, mientras esperaba que llegara la Sijin para el levantamiento.
Una amiga que lo acompañaba tomó el teléfono y afrontó el darle la trágica noticia a Irma Suárez, la mamá.
“Está muy mal”, le decía ella a Alfonso quien de inmediato se alteró. Su mamá estaba sola, no había alguien a su lado que la consolara.
Debió armarse de valor
Alfonso sacó fuerzas para afrontar lo que pasaba y cargar el cuerpo de su hermana por el empinado callejón hasta que la subieron al necromóvil.
Luego volvió a su casa para darle apoyo a Irma. La familia estaba conformada por ellos tres, porque hacía años habían perdido a su padre por un infarto. Ahora solo son ellos dos.
En la mañana, cuando bajaban de su casa en la vereda Misiguay de Rionegro, Santander, para acudir a Medicina Legal en Bucaramanga, Irma aún no recobraba la compostura por perder a su ‘niña’. Sufrió un pre infarto, la tuvieron que llevar a un centro hospitalario.
Mientras la estabilizaban, Alfonso cumplía con el deber familiar. Un tío, Orlando Ramos, lo acompañó al instituto forense.
A las 10:00 a.m., ingresó a las instalaciones. A las 2:40 de la tarde aún no salía.
“Mi sobrina era muy querida, muy juiciosa”, expresó Orlando, mientras se tomaba una cerveza al lado, en una tienda.
La espera lo tenía impaciente, “nada que nos entregan el cuerpo”, decía.
Contó que al dolor se le suma el desespero de no tener como cubrir los gastos fúnebres.
“Somos una familia pobre, humilde, el Alcalde de Rionegro nos regaló un millón pero aún nos falta plata”,
lamentaba.
Y allí se quedó sentado, esperando a que su sobrino saliera y ya de una vez por todas, pudieran regresarse a su pueblo cargados de pesar, sintiendo la tristeza de perder a una persona bella, en un acto desenfrenado e injustificable.
Cándida sobrevivió a los tres tiros
Cuando cesaron los disparos, quienes fueron a ver lo que había ocurrido, notaron que Cándida Hernández permanecía sentada, con heridas de bala en un brazo, el pecho y abdomen. Estaba consciente, hasta pidió que le cuidaran la casa.
La llevaron al Hospital Universitario de Santander, HUS, donde después de una cirugía, se encuentra estable.
“Ayer había hablado con ella, estaba todo bien, esta mañana iba a venir a verla, también me pudo matar a mí, o yo con lo que fuera, hubiera evitado que hiciera eso”
expresó César Hernández, hijo mayor de Cándida.
Contó que su madre tenía una buena relación con Diana, era su compañía, pues vivían solas las dos y ya hacía un año que trabajaba en la casa.
“Ella no sabía que Diana tuviera algún amorío con Gilberto. Se sorprendió pero mire cómo es la vida, le disparó a la pelada, ella se metió y también recibió los tiros pero tiene buenas defensas, es fuerte, ya está bien.”
dijo.