La oportunidad para su venganza la encontró en una reunión que pactaron, al parecer para hablar sobre la manutención de su hijo, hacia las 7:00 de la noche, en la casa 19 de la manzana K donde hacía unas semanas vivían juntos.
Los mismos residentes que lo habrían visto irse ‘envenenado’ de furia aquella vez, “en una última pelea en la que sacó el colchón con el somier y los dañó”, según cuentan, lo observaron entrar de nuevo sin sospechar que la iba a asesinar.
Odio afilado.
Pero lo hizo. Al parecer estando el niño y la madre de Michel presentes en la casa, se atrevió a herirla con arma blanca en varias ocasiones, una de esas justo al cuello, dejándola en sus últimas bocanadas de aire.
Entonces hubo gran alboroto. “Salió la señora a decir: ¡Auxilio, ayúdennos a sacarla!; ella (Michel) estaba arriba, no sé si en las escaleras o en la pieza y todos los vecinos entraron a alzarla”, narró una residente.
Esos fueron los momentos de desesperación que habría aprovechado el atacante para escapar.
Luego, con la buena voluntad de los presentes, Vargas Silva fue levantada entre brazos buscando su traslado hasta el Hospital Universitario de Santander, “pero ella ya iba muerta”, aseguró la testigo.
Y así lo confirmaron los médicos al recibirla, la víctima no tuvo oportunidad de nada luego de que arremetieran en su contra con ‘afilado’ odio. Ahora, el crimen deja a un niño sin su mamá y con su papá fugitivo.