Durante 45 años, Alejo Porras Acevedo acompañó a Isolina Vera, nunca la desamparó, fue su compañera de vida; sin embargo, una caída accidental cambió de forma radical su historia. A sus 68 años, falleció al por un terreno inclinado cuando se encontraba de visita en un sector veredal de Morrorrico.
Ocurrió en la finca Las Rosas, donde Alejo llevaba varios días disfrutando de la naturaleza, en el predio de unos amigos.
Amaba el campo y gran parte de su vida se dedicó a la agricultura en San Vicente de Chucurí, pero por problemas de salud tuvo que trasladarse con su familia a Girón. Hace 3 meses vive en el barrio Ciudadela del Oriente.
“Era un berraco, trabajador que daba todo por su familia. A pesar de las adversidades enfrentaba lo que fuera, esa fue la mayor herencia que nos pudo dejar.
“Vamos a cuidar de mi madre para honrarlo. Era muy bondadoso, correcto, honesto. Se quitaba la comida de la boca para darle a los otros”, manifestó su hija Maribel Porras, quien lo recordará como el mejor padre.
Alejo era oriundo de Lebrija, pero desde hace varios años se había radicado en San Vicente, donde tenía sus propios cultivos. Cada vez que podía viajaba para mirar cómo iban. Era para de 10 hijos.
Trágico accidente
Mientras disfrutaba de una visita, Alejo salió a caminar recorría la finca, cuando al parecer, dio un paso en falso y terminó en el fondo de una precipicio, en una quebrada. Nadie lo vio caer, pero su ausencia se extendió por horas.
Sus amigos salieron a buscarlo, pero ya era demasiado tarde, yacía en el fondo de la peña.
Sus familiares arribaron al lugar una vez fueron notificados del accidente y se ‘armaron de valor’ y con el ‘corazón en la mano’ hicieron el rescate del cuerpo pese a las condiciones inhóspitas del terreno.
Será recordado por su ‘berraquera’ y el amor incondicional a su familia. Isolina no quedó sola ahora más que nunca se encuentra rodeada por sus hijos.