Un corazón de mamá todo lo perdona. Sufre por sus hijos y hace hasta lo imposible por sacarlos adelante, en este caso, sacarlo de un infierno llamado droga. Lucía Juliana Pinto luchó hasta su último respiro para que su único hijo varón, de los tres retoños que parió, lograra ganarle la batalla a las drogas.
Pero el jueves, a las 10:10 de la mañana, ese hombre al que Lucía Juliana le dio vida hace 28 años, fue el mismo que le provocó a ella la muerte. Pablo Julián Lozano Pinto no tuvo compasión y acabó con ella. Tomó un cuchillo y con sevicia desató toda su furia en el cuerpo de su madre impulsado, al parecer, por el demonio de las drogas.
Ella estaba sola en casa, su pequeña de sólo 12 años había salido para el colegio, mientras que su esposo estaba de viaje, ganándose la vida en la carretera.
Desde hace ya varios años Lucía Juliana luchaba para que su hijo Pablo Julián dejara las drogas. Mamá, al fin y al cabo ¿qué no hace una mujer por sus hijos? “Esa mujer luchó, perdió hasta su trabajo, descuidó muchas cosas, qué no hizo por él, hasta viajaba a Medellín para ver a su hijo que estaba en un proceso de rehabilitación, iba, venía, bregando. Por último el hijo decidió venirse para acá a hacer qué, a matarla, porque no fue más. Y ahora la situación de uno como familia, ella en el cementerio y el hijo para la cárcel, es un sufrimiento doble, muy difícil, algo que no le desea uno ni al peor enemigo”, manifestó un allegado de Lucía.
Y si es difícil para los grandes, lo es aún más para la pequeña hija de Lucía. Ese jueves, temprano, salió del colegio y al regresar, ya mamá no estaba en casa. “Está triste, confundida y de todo, mejor dicho, si lo está uno que piensa mejor las cosas, ahora ella que está todavía pequeña”, añadió el allegado.
Lucía Juliana, de ocupación chef, estaba sola con su hijo Pablo Julián Lozano Pinto de 28 años. Allegados a la familia manifestaron que buscaba que él saliera del mundo de la drogadicción, tarea que no fue posible y que, por el contrario, llevado por las sustancias alucinógenas mató a la mamá.
“Ella trabajó en un puesto de venta de jugos en La Concordia era una excelente vecina, siempre sonriente y se le veía mucho amor por sus hijos, pero cosas de la vida, uno de ellos la mató”, señaló una conocida.
“Era una señora que estaba trabajando, se había conseguido un empleo días anteriores y con esto estaba levantando a su familia. Infortunadamente, el consumo de estas sustancias por parte de uno de sus hijos originó este matricidio. No tenemos palabras para lamentar profundamente este tipo de comportamientos”, señaló el comandante de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, el general José James Roa Castañeda.
Los gritos que se escuchaban en el apartamento 302, en la calle 51 con carrera 20 del barrio La Concordia, de Bucaramanga, alertaron a los vecinos quienes de inmediato acudieron al CAI en busca de ayuda.
Cuando los policías llegaron fue el propio hijo el que les abrió y confesó que había matado a la mamá. En la mesa del comedor se encontraba el arma con la que se cometió el atroz asesinato, mientras que el cuerpo de Lucia Juliana Pinto estaba en la alcoba principal, una atroz escena presenciaron los uniformados.