Desde el pasado miércoles 30 de agosto, Germán Gómez buscaba por cielo y tierra el paradero de su hijo: Edinsson Julián Gómez Rodríguez, de 30 años. Aquel día, salió de su vivienda en el barrio San Alonso de Bucaramanga y no fue visto más.
“Mi hijo tenía un problema de adicción de drogas y el lunes de esa semana lo habíamos sacado de una fundación. El miércoles salió a fumar y no volvió. Yo búsquelo por todo lado porque él no se quedaba fuera de la casa, siempre llegaba a dormir”, dijo el padre a Vanguardia.
La desaparición de Edinsson Julián fue conocida por la Fiscalía que emitió la circular de búsqueda mientras los padres recorrían los hospitales y hasta sitios de la ciudad en donde se comercializa estupefacientes.
Pero este martes 5 de septiembre, las esperanzas para Germán de encontraron con vida se desvanecieron cuando tuvieron conocimiento de que en la morgue del Instituto de Medicina Legal había llegado un cuerpo sin vida con características similares a las de su hijo.
“Me dijeron que estaba en la morgue desde el jueves 31 de agosto, llegó sin identidad porque él nunca cargaba papeles. Me dio tristeza porque yo pensaba en encontrarlo, pero nunca así”, añadió el progenitor.
¿Qué le pasó?
Lo que hasta ahora los familiares de Gómez Rodríguez han podido establecer es que, el mismo día de la desaparición, su ser querido fue víctima de un ataque con arma blanca en el norte de Bucaramanga.
“Estaba por allá en el norte y un vago, porque no le dio de fumar, le metió un chuzazo en una pierna. Él se fue para el Hospital Universitario de Santander, no sé quién lo llevaría, pero allá llegó sin papeles y murió luego en la madrugada de un paro cardiaco, al parecer, derivado de la puñalada”, agregó Germán.
Los seres queridos piden que pese a la adicción que Edinsson Julián tenía por la droga, su muerte sea investigada y el responsable pague.
Una incansable lucha
Germán Gómez relató que su hijo, antes de caer en la adicción, había mostrado grandes habilidades deportivas e incluso jugó en categorías inferiores del club de fútbol Real Santander.
Sin embargo, por malas decisiones y compañías erróneas, terminó inmerso en el mundo de las drogas. Su familia luchó ocho años buscando la forma de que su ser querido lograra ganarle la batalla a la droga.
“Estuvimos mucho tiempo en fundaciones, Clínica San Pablo, San Camilo y a cada rato nos pedía que lo sacáramos, que no lo encerráramos más, y seguía fumando hasta que pasó lo que no queríamos. Lo queríamos rehabilitar para mandarlo a Francia, en donde está la hermana, pero no pudimos”, concluyó el papá.