La primera vez se tomó una gran cantidad de pastillas, pero lo salvaron; la segunda fue meses después, cuando intentó ahorcarse.
Su tía, la única pariente cercana que vivía en el mismo barrio, Portal Campestre en Girón, siempre estuvo pendiente de él.
Ella contó que en la última semana la noticia de la muerte de su abuelo en Venezuela a causa del Covid-19, le produjo una tristeza profunda.
La tía presagiaba lo peor. Su pálpito no falló. Ayer en la mañana el jefe de Gabriel la llamó para preguntarle por qué no había llegado a trabajar, porque siempre era puntual.
Solo le dijo que esperara un rato más por si aparecía, aunque le dio un mal presentimiento. Al cabo de dos horas sin ninguna noticia, el patrón de Gabriel decidió ir a buscarlo a su casa en el cuarto piso de un edificio en la calle 20A con carrera 19.
Timbró, pero nadie respondía. Cuando se agachó y se asomó por debajo de la puerta vio unos pies que colgaban. Quedó estupefacto.
Los gritos de terror consternaron el sector. Decenas de personas se agolparon. Su tía, afligida, por teléfono les confirmó a sus familiares la tragedia.
Mudos, sorprendidos, los vecinos se agolparon alrededor, observando las diligencias de levantamiento del cadáver que atendió el CTI de la Fiscalía.
Lamentaban la nefasta decisión que tomó el joven que quien hacía poco había cumplido los 19 años.