La información recopilada por Q’hubo advierte que pasadas las 9:00 de la noche del viernes Jairo llegó a la residencia en avanzado estado de embriaguez, según sus propios familiares, tomaba de manera frecuente.
Él intentó abrir la puerta y, por su estado de ebriedad, no pudo, incluso hasta perdió el equilibrio y sufrió una caída desde su propia altura.
El golpe en la cabeza lo dejó tirado en el suelo, en una calle peatonal, pero aún estaba con vida y respiraba normal. De esto se percató su hermano, un adulto mayor quien vivía con él.
Este familiar llegó sobre las 10:00 p.m. del mismo día y lo vio tendido en el suelo e intentó llevarlo adentro, pero por su edad no pudo hacer mayor fuerza y le tocó dejarlo afuera mientras se le pasaba el efecto del alcohol.
Jairo, según los suyos, se quedó dormido por unas horas hasta que sobre las 2:00 a.m. de ayer su hermano se acercó otra vez a mirar cómo estaba tras escuchar unos quejidos.
Ahí encontró la tragedia, su hermano no respondía los múltiples llamados que le hizo, tampoco respiraba y su corazón se había detenido.
La situación fue reportada al 123 de la Policía que arribó enseguida a tratar de auxiliar al hombre, pero los uniformados corroboraron que no tenía signos vitales.
No se tiene claridad sobre las causas que desencadenaron la muerte del hombre de 70 años porque además del golpe que sufrió, los suyos revelaron que venía sufriendo una cirrosis crónica, producto del alto consumo de bebidas embriagantes que realizaba con frecuencia.
Para esclarecer si la muerte fue natural o a raíz de la caída, el Cuerpo Técnico de Investigación, CTI, de la Fiscalía llegó al sitio y practicó los actos urgentes del levantamiento del cadáver, que fue llevado a la morgue del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Bucaramanga para establecer con exactitud lo ocurrido.
“Tenía una enfermedad muy crónica, vomitaba y defecaba producto de la misma. Pese a todo esto, se la pasaban tomando como si nada”, reveló una fuente que conoció el caso.