El pasado martes 21 de febrero, cuando se encontraba en la ciudad de San Felipe, en el estado de Yaracuy, Venezuela, una llamada a su celular le entregaba la lamentable noticia a Gabriela Oviedo que su esposo, Elisael Antonio Corro Navas, fue asesinado en el municipio de Lebrija, Santander, cuando salía de su trabajo en un montallantas.
El homicidio se presentó en inmediaciones al monumento de ‘La Piña’, en la carrera 8 con calle 9, cuando hombres armados que se movilizaban en una motocicleta le dispararon.
Una persona que estaba con él resultó herida, pero tras ser llevada a un centro médico logró sobrevivir al ataque sicarial.
Pero el ciudadano venezolano de 24 años, no corrió con la misma suerte, y fue llevado al Hospital San Juan de Dios de Lebrija donde falleció producto de las heridas en el pecho, en el brazo izquierdo y en la cabeza.
Los motivos de su muerte, para su compañera Gabriela, son inciertos. Se habla de una deuda con unos ‘gota a gota’, e incluso que estaría metido en cuentos de tráfico de estupefacientes.
“No se por qué lo mataron, pero espero que la justicia en Colombia capture a los responsables y esclarezcan si fue que con él se equivocaron”.
El sepelio será en su tierra natal
Aunque ya ha pasado una semana de su homicidio, el cuerpo no había sido entregado a su compañera sentimental quien viajó casi un día desde Yaracuy a la ciudad de Bucaramanga para hacer los trámites de su cristiana sepultura. Desde el viernes está en la ciudad.
Acompañada de su hija de tres años, cuyo padre era Elisael Antonio, esperaba hoy poder llevar el cuerpo de su esposo para ser sepultado en tierras venezolanas.
Tenían una relación desde hace cinco años y por la difícil situación en el vecino país, hace tres años llegó a Colombia y encontró trabajo en Lebrija.
“Todo lo hacía para cumplir los caprichos de su hija, era su consentida, el amor natural de un padre. Era un muchacho sano, amigable, no tenía antecedentes, solo tenía tiempo para trabajar. Mi hija todavía pregunta por su papá. Solo puedo decirle que está en los cielos. Se fue de Venezuela buscando un mejor futuro y ahora regresará sin vida por la violencia que vive Colombia”, señaló la mujer.
Una funeraria de Bucaramanga llevará el cuerpo hasta la frontera con Cúcuta. Después Gabriela, que solo vino acompañada de su pequeña de tres años, espera abordar un carro fúnebre que las lleve hasta la ciudad de San Felipe.