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Cuatro minutos antes del feminicidio en un almacén de Bucaramanga

Hernán Darío Herrera García tenía entre sus objetivos de ese día asesinar a Fabiola Castellanos Bayona. Trabajadores de una tienda contigua al hotel, que Herrera y Castellanos frecuentaban, contaron a esta redacción que el hombre llegó minutos antes de las 11 de la mañana del 27 de diciembre. Estaba más callado que lo habitual, dicen, […]

Hernán Darío Herrera García tenía entre sus objetivos de ese día asesinar a Fabiola Castellanos Bayona.

Trabajadores de una tienda contigua al hotel, que Herrera y Castellanos frecuentaban, contaron a esta redacción que el hombre llegó minutos antes de las 11 de la mañana del 27 de diciembre.

Estaba más callado que lo habitual, dicen, y pidió una avena casera y luego un tinto. Minutos después salió del sitio.

Luego en una cámara de seguridad cercana quedó evidenciado el itinerario que tomó este hombre antes de asesinar a su expareja y a los segundos de dispararse en la cabeza en un almacen dentro de un hotel en la calle 34 entre carreras 13 y 14 del centro de Bucaramanga.

Lo que este medio ha logrado establecer es que el agresor llegó por la calle 14 a las 11:18 de la mañana con un bolso donde guardaría el arma de fuego, e ingresó al hotel segundos después de cruzar la vía.

Allí duró aproximadamente 29 segundos y salió del almacén con dirección a una cafetería ubicada a dos locales del hotel, hasta ese momento no había ocurrido nada extraño.

Sin embargo ya dentro de la cafetería tanto clientes como empleados si notaron que el Hernán que a diario visitaba ese mismo local, hoy estaba un tanto distraído, callado e inquieto.

“Entró a la última mesa, el aveces hablaba con nosotros o decía comentarios, pero ese día no. Se sentó a tomarse su café muy callado, se le vía muy perdido en sus pensamientos. Otra cosa extraña fue el bolso, nunca se lo habiamos visto”, explicó una empleada del local.

Un cliente regular agregó, “el venía con cosas aveces, carpetas o bolsas plásticas, y normalmente cuando se sentaba a tomarse el café las dejaba en un asiento vacío o en la mesa, pero esos segundos que estuvo dentro no soltó ni por un segundo el bolso que traía”.

Era tanta su distracción que justo antes de salir se chocó con la empleada que lo atendió y recordó que no había pagado lo que había pedido, por lo que sacó unas monedas y lo canceló.

Exactamente un minuto después de entrar, Hernán se dirigía al fatal desenlace que minutos más tarde serían testigos empleados del almacen y el hotel donde sucedió el feminicidio.

Justo unos pasos antes de entrar, Hernán revisó su bolso con una mano y volvió a ponerselo en uno de sus brazos. Ingresó a las 11:20 de la mañana.

Unos cuatro minutos más tarde sucedió la discusión, los disparos y la muerte de Fabiola. A las 11:29 dos patrullas, una de ellas en contravía y una motocicleta de la Policía llegaron a atender la emergencia.

Y cuarenta segundos más tarde, sacaron a Hernán Darío agonizando para trasladarlo al Hospital Universitario de Santander. Sin embargo falleció dos horas después.

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