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Sicarios le atinaron 13 tiros a un hombre en el norte de Bucaramanga

Ánderson Ortíz estaba en la sala de su casa cuando dos hombres llegaron y uno de ellos le disparó trece veces. Murió de camino al hospital.

“¡Descárguesela toda!”, fue una de las últimas frases que escuchó Anderson Javier Ortíz Castro por parte del cómplice de su homicida que, sin mediar palabras le disparó hasta que la pistola dejó de tirar balas, llegando a impactarlo en trece oportunidades.

En el triste relato de una familiar cercana de la víctima, existe frustración e incomprensión, especialmente porque los presuntos sicarios habían ido el día anterior a su casa ubicada en la manzana 7 del barrio Villa Rosa en Bucaramanga, con la intención de buscar a Anderson, a pesar de que él no los conociera.

“El día anterior en la noche, esos mismos hombres llegaron preguntando por Anderson, en eso fue como a las 8:00 y en ese momento ya estaba dormido, por lo que me dijeron que le advirtiera a él que debía irse en 24 horas, pero no explicaron el por qué, al rato se montaron en una motocicleta y se fueron, no sin antes disparar una vez al cielo”, explicó la familiar.

Luego de lo sucedido la familiar del hombre de 31 años, que trabajaba como ayudante en una empresa de calzado, lo despertó y le comentó lo que acababa de suceder para que le diera alguna explicación de quién podría ser o en qué problema estaba metido, pero la respuesta de la víctima fue de incomprensión al igual que ella.

“Me dijo que lo tendrían que estar confundiendo porque él no estaba haciendo nada fuera de lo normal, iba a trabajar en la zapatería y ayudaba en la casa. Con esa conclusión encima dijo que iba a esperar a esos hombres y los confrontaría para que supieran que él no era la persona que buscaban”, explicó la familiar.

Y el martes a las 9:03 de la noche, cuando los hombres volvieron a ir al lugar, aprovecharon que la madre de él se encontraba comprando un boleto de lotería en una tienda cercana y entraron.

Sin siquiera darle la oportunidad a Anderson Ortíz de preguntarles, defenderse o asegurarles que se estaban confundiendo de persona, el pistolero desenfundó su arma y la accionó, una y otra vez, hasta que ya solo quedaban 13 vainillas en el piso.

“Hasta que ya no le salieron más balas dispararon, una vez pasó eso la mamá de él entró empujando a los criminales, pero estos ya habían terminado, la golpearon con el arma y huyeron en su motociclieta. Al rato un cuñado de Anderson lo llevó al Hospital Local del Norte, pero ya era tarde”, explicó la familiar.

Ortíz Castro recibió siete disparos en sus glúteos, tres en sus piernas y otros tres en el tórax. Murió de camino al centro asistencial, según el reporte judicial.

Sin embargo es importante resaltar que la víctima tenía antecedentes judiciales, cuatro por tráfico, fabricación o porte de estupefaciente en 2012 y 2013, y otro por porte ilegal de armas en el 2014.

Aunque los antecedentes habían sido hace casi diez años, por ahora la hipótesis que manejan las autoridades es que esta muerte se debería a un ajuste de cuentas por microtráfico.

Pero para los familiares, todavía siguen remanentes las palabras de Anderson en el que les concluía que esa advertencia sería basada en una confunsión.

Los allegados esperan que en las próximas semanas las autoridades reunan la evidencia suficiente para capturar a los implicados.

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