Q’hubo se contactó con el hincha, quien narró “No pude ir al partido porque ese día me casé, pero eso no me iba impedir que no apoyara a mis ‘leopardos’. Por eso junto, con mi esposa, escogí las bengalas del color alusivo al Bucaramanga, eran verdes y amarillas. Y también los muñequitos de la torta, uno con la camiseta del Bucaramanguita y la novia con el ramo verde y amarillo. Este es un amor que no se vende, ni se regala, se lleva en el alma”, dijo Javier Afanador.
Así mismo Javier le contó a esta redacción desde el aeropuerto, pues va camino a su luna de miel a Punta Cana, sin duda con su camiseta del Bucaramanga en la maleta para lucirla orgullosamente en la playa.
“Nací siendo hincha del Bucaramanga, yo recuerdo cuando estaba muy pequeño como de siete años, me iba para el estadio sin permiso de mis papás a ver jugar a Bucaramanguita, y le pedía el favor ahí a la gente que metiera y si, lo dejaban entrar a ver los partidos. Me pegaban cuando volvía a la casa, pero el amor por el equipo podía más”, relata Javier Afanador el hincha fiel de leopardos.
Así mismo cuenta que el amor por su equipo ha logrado sembrarlo también en su familia, sus dos hijos uno de 19 años y otro de 14 años, son sus compañeros en el estadio, siempre apoyando su equipo del alma.
“Mucha gente no cree en el equipo, pero uno tiene que apoyar lo de la tierra, lo propio. Este es un amor que uno lleva en el corazón, fuerte y constante. Este amor no se muere, y mientras obtenemos estrellas, no podemos desistir, hay que sufrir con ellos, llorar con ellos, siempre hay que apoyar”, afirmó Javier.
