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Homenaje a los medallistas paralímpicos de Santander

Nelson Crispín, Carlos Daniel Serrano, Moisés Fuentes y Mayerli Buitrago ganaron medallas en Tokio.

Cuántas veces nos quejamos porque las cosas no salen como deseamos y hasta renunciamos a cualquier sueño ante la menor adversidad.

Pero ellos, los deportistas paralímpicos, son el ejemplo latente de que aunque la vida en ocasiones parece que te golpea, es tarea de uno resistir y levantarse con más fuerza.

Así lo confirmó la delegación santandereana en los pasados Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, donde alcanzó una cosecha de 10 medallas, con dos de oro, cinco de plata y tres de bronce.

La atleta Mayerli Buitrago Ariza y los nadadores Moisés Fuentes García, Nelson Crispín Corzo y Carlos Daniel Serrano Zárate, cada uno con historias diferentes de superación, recogieron los frutos de las semillas sembradas durante años de entrenamiento, para entregarle a Colombia y a Santander grandes alegrías.

Además de ellos, los también ‘hormigueros’ Brayan Triana y Miguel Rincón, en natación, también cumplieron con sobresalientes presentaciones, porque además de estar, que ya es todo un logró, estuvieron muy cerca de subirse al podio.

En Q’hubo, les rendimos un sentido homenaje, a los auténticos héroes de la ‘Tierra del Cañón del Chicamocha’.

Un gigante de la natación
“Mami yo quiero ser grande”, decía nostálgico el pequeño Nelson Crispín Corzo, quien era víctima de burlas en el colegio porque era mucho más pequeño que todos los niños de su edad.

Para él, no fue fácil aceptar su discapacidad: acondroplasia, una enfermedad que afecta el crecimiento óseo de los cartílagos y provoca enanismo, pero en la natación y sus ganas de ser grande, no solo de tamaño, sino como persona y deportista, lo llevaron a cumplir el sueño.

En sus primeras justas, en Londres 2021, solo cuatro centésimas lo separaron del podio.

En aquel entonces, el pequeño en tamaño (1,35 metros), pero gigante en perseverar y superar las adversidades, le costó un poco asimilar que la anhelada presea se le escapara por poco y se puso una meta clara: ganar una medalla paralímpica.

Nelson Crispín brilló en los Juegos Paralímpicos de Tokio.

Un Nelson más maduro arribó a Río de Janeiro 2016 con la firme convicción de subirse a lo más alto del podio y finalmente recogió los frutos de las semillas sembradas durante años de intenso entrenamiento.

No fue una medalla, sino tres las que consiguió en suelo brasileño, todas de plata, en las pruebas de 50 metros libres, 100 metros libres y 100 metros pecho.

Pero Nelson aún tenía la ‘espinita’ de la medalla de oro, la cual se convertía en una obsesión.

Fue así como en suelo nipón por fin se subiría al escalón más alto del podio, en los 200 metros combinados y, no contento con eso, logró dos platas y un bronce.

El ‘niño maravilla’
Al inquieto Carlos Daniel Serrano Zárate sus padres lo inscribieron en un curso de natación para que aprendiera a nadar.

Él asistió sin demasiadas ganas, pero pronto notó que tenía condiciones innatas y en el deporte encontró el mejor estilo de vida.

Aunque apenas tiene 23 años, su palmarés y madurez hablan de una persona que está en el tramo final de su carrera atlética.

El hijo de Sandra Milena Zárate, emplantilladora en una fábrica de calzado y Jairo Serrano, transportador de mercancía, ya completó dos Juegos Paralímpicos y es junto a su paisano y amigo, Nelson Crispín Corzo, el deportista colombiano más ganador de las justas, con siete medallas, y va por más.

Serrano fue uno de los mejores deportistas colombianos en los Paralímpicos.

Hace cinco años, en Río 2016, le entregó al país la primera medalla de oro en el evento paralímpico más importante del mundo. Su actuación en territorio brasileño la cerró con una medalla de plata y una de bronce.

A los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, Carlos, de 1,45 metros de altura, llegó con la consigna de revalidar lo realizado en Río 2016 y, en la medida de lo posible, superarlo.

Su paso en territorio japonés inició con bronce en los 200 metros combinados y continúo con una plata en los 50 metros libres.

Ya había algo de ansiedad por disputar su prueba reina, los 100 metros pecho, y cuando le dieron la salida, simplemente despegó a toda velocidad para no solo conseguir el soñado oro, sino imponer récord paralímpico.

Ya había igualado las preseas de Río, pero quería cerrar con broche de oro y lo consiguió con un nuevo bronce en los 50 metros mariposa.

Moisés Fuentes, un histórico
ImPARAble es la palabra que ha acompañado la destacada actuación de la delegación colombiana en los Juegos Paralímpicos 2020 y si a alguien le cabe a la perfección es al nadador santandereano Moisés Fuentes García, quien en sus sextas justas se alzó con la cuarta medalla.

Una presea de plata en los 100 metros pecho que premia el esfuerzo, dentro y fuera de la piscina, de este santandereano que hace 30 años quedó en condición de discapacidad luego de un atentado donde su hermano fue asesinado.

Moisés deseaba quitarse la vida, entró en una crisis de la cual logró salir mediante el deporte, primero el baloncesto y después la natación, esta última se convirtió en el motor que lo llevó a superar todas las adversidades.

Moisés Fuentes disputó su sexta paralimpiada.

En Sídney 2000 participó por primera vez en los Juegos Paralímpicos, donde fue séptimo. En Atenas 2004 ya ascendió al quinto lugar y desde Beijing 2008, con un bronce, no se ha bajado del podio, convirtiéndose en una leyenda.

En Londres 2012 subió un escalón más, para alzarse con la plata y en Río 2016 una vez más logró un bronce.

Pero aunque el paso de los años pesa y bastante, Moisés es de esos que no lo frena nada y emprendió un nuevo ciclo paralímpico que finaliza con su histórica cuarta medalla consecutiva, en esta ocasión una vez más de plata.

Tiene casi 47 años, está en su mejor momento deportivo y seguramente vendrán más retos y nuevos éxitos para este santandereano.

‘Zapatazo’ al éxito
En algún momento, el exitoso nadador paralímpico Carlos Serrano Zárate le insistió a su tía, Mayerli Buitrago Ariza, que incursionara en la natación, pero ella, con obligaciones laborales en una zapatería, además de la crianza de sus hijos, en un comienzo se negó.

Pero pudieron más las ganas de salir adelante y mejorar la calidad de vida de sus seres queridos para que asumiera el reto, al punto de trasladarse corriendo desde su lugar de entrenamiento, hasta su trabajo, para ahorrarse unos pesos.

Empezó en la natación, en 2017, pero no era rápida de piernas, así que en 2018 incursionó en el atletismo, en los lanzamientos, y allí descubrió que tenía un talento innato.

Así que le imprimió el tesón que la caracteriza para alternar las labores de madre, esposa, zapatera y deportista.

Mayerli Buitrago disputó su primera paralimpiada y ganó una medalla.

Pronto llegaron los resultados en Campeonatos Nacionales e Internacionales y en Tokio 2020, luego de un arduo trabajo durante cuatro años, por aquellas curiosidades de la vida y el deporte, se colgó el oro en impulsión de bala y pocas horas después su sobrino, ese que le insistió que se metiera en el deporte, consiguió el bronce en los 200 metros combinado de la natación.

“Esta medalla significa mucho esfuerzo y sacrificio. Fueron cuatro años muy duros, también con la pandemia, y estoy muy contenta y satisfecha de estar en el podio paralímpico”, dijo una emocionada Mayerli, de 34 años, quien recuerda con nostalgia esos momentos donde el día parecía tener más de 24 horas.

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