En algún momento, el exitoso nadador paralímpico Carlos Serrano le insistió a su tía, Mayerli Buitrago Ariza, que incursionara en la natación, pero ella, con obligaciones laborales en una zapatería, además de la crianza de sus hijos, en un comienzo se negó. Pero pudieron más las ganas de salir adelante y mejorar la calidad de vida de sus seres queridos para que asumiera el reto.
Empezó en la natación, en 2017, pero no era rápida de piernas, así que por recomendación de su entrenador, que observó la fuerza de sus brazos, en 2018 incursionó en el atletismo, en los lanzamientos, y allí descubrió un talento innato.
Así que le imprimió el tesón que la caracteriza para alternar las labores de madre, esposa, zapatera y deportista.
Pronto llegaron los resultados y en Tokio 2020, luego de un arduo trabajo durante cuatro años, por aquellas curiosidades de la vida y el deporte, se colgó la plata en impulsión de bala y pocas horas después su sobrino, ese que le insistió que se metiera en el deporte, consiguió el bronce en los 200 metros combinado de la natación.
A los Juegos Paralímpicos de París 2024, Mayerli, la orgullosa mamá de Brandon y Johan Stiven llegó con más ganas y con el objetivo de volver a acomodarse en el podio, así como lo hizo cuatro años atrás y, recientemente, en el Mundial de Para Atletismo en Kobe, Japón, donde terminó en el tercer lugar.
Sin embargo, en esta oportunidad, como contó la deportista, la lluvia le jugó una mala pasada y le impidió cumplir con el objetivo.
Si bien se mostró afectada por no llegar al podio, como buena santandereana que es, echada pa’lante, también dejó ver su faceta de rebeldía, para levantarse anímicamente y hacer la promesa de seguir trabajando fuerte, como habitualmente lo hace, para tener esa revancha y no dejar de persistir en el sueño de alcanzar el oro paralímpico.
Buitrago acabó cuarta en el lanzamiento de bala F41 femenino, con un registro de 9.39.
El oro quedó para Raua Tlili, de Túnez (10.40 m); la plata para Kubaro Khakimova, de Uzbekistán (10.36 m); y el bronce para Antonella Ruiz Díaz, de Argentina (9.58 m).
Es decir, a la santandereana se le escapó el podio por 19 centímetros.
“Las sensaciones tienen que ver con que la lluvia nos jugó una mala pasada, pero bueno, cabeza en alto, vamos a seguir trabajando y un cuarto lugar que no lo esperábamos, porque trabajamos muy duro para conseguir ese podio, pero nada, a seguir trabajando, a mirar cuáles fueron los errores y listo”, dijo la deportista, al término de la competencia.
“Estuvimos peleando el bronce, la verdad fue duro, me resbalaba, pero vamos a seguir trabajando y mirar cuáles fueron los errores. Este cuarto lugar es sentir esas sensaciones, orgullosa, porque sé lo que he trabajado, sé lo que hago día a día y a seguir trabajando”, agregó Mayerli, quien ahora le hará fuerza a su sobrino, Carlos Serrano, que una vez más luchará por conseguir medallas en la natación.