El nombre de Américo Montanini permanece imborrable en la memoria de los seguidores de Atlético Bucaramanga, que por estos días disfrutan de una brillante campaña del equipo ‘Leopardo’, de la mano del entrenador Rafael Dudamel.
El máximo ídolo en la historia del conjunto ‘Leopardo’ falleció el 20 de noviembre de 2023, pero su recuerdo permanece intacto.
El gran Américo es el goleador histórico de la institución santandereana y dejó un legado que trascendió lo futbolístico, porque su caballerosidad y don de gente quedaron marcados.
En honor a la grandeza de Américo Montanini, el periodista Felipe Antonio Zarruk, columnista de esta casa periodística, desea hacer un homenaje al eterno goleador.
“Las huellas plantares de Américo Montanini quedaron perpetuadas en una superficie de cemento bordeada por un cajón de madera que tengo hace años en casa. Ya no me pertenecen, ¡pertenecen a su amorosa hinchada! Vamos a buscarle un lugar en la ciudad”, publicó Zarruk en su cuenta de X.
El reconocido periodista le contó a Vanguardia que en un principio quiso tener algo que le recordara a Américo Montanini, con quien tuvo una gran amistad, más allá de las miles de fotos que posee, pero ahora considera que esas huellas deben quedar para la hinchada de Atlético Bucaramanga y la ‘Ciudad Bonita’.
Felipe Zarruk hizo una invitación al alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán, y al gobernador de Santander, Juvenal Díaz, para adecuar un espacio para que la gente se pueda acercar, tomarse fotos y honrar la memoria de Américo Montanini.
“Américo es seguramente la persona más querida en Bucaramanga y por eso las huellas plantares le deben pertenecer a la ciudad, que sea un sitio para que la gente asista y en un lugar adecuado, como el estadio o el Parque San Pío, se me ocurre”, agregó Zarruk.
Conozca más de Américo Montanini
Nunca se cansó de eludir rivales, de marcar goles y de dejar a su paso una huella imborrable como futbolista y como persona.
Es el goleador histórico de Atlético Bucaramanga, fue dos veces tercero de la Liga colombiana y también ‘artillero’ del balompié nacional en 1958.
Quienes lo vieron jugar, siempre lo comparan con el fútbol de los grandes, entre ellos Alfredo Di Stéfano, Diego Armando Maradona y Lionel Messi.
El delantero argentino marcó una época en el cuadro ‘Leopardo’, con el que jugó en las décadas del 50 y 60, siendo dos veces tercero (1958 y 1960) y transformándose en el goleador histórico de la institución, con 135 tantos.
’La Bordadora’, remoquete que le puso el locutor y periodista Carlos Arturo Rueda C, se caracterizó por ser un rápido delantero, que tenía la facilidad de dejar en el camino a sus rivales y definir con mucha precisión.
Uno de sus compañeros, Álvaro ‘El Pipa’ Solarte (QEPD), alguna vez sostuvo para esta redacción que José Américo “era como Messi: tomaba la pelota y después no había nadie que se la quitara”.
Así mismo, el destacado periodista Hernán Peláez, lo describió como “un mago con el balón, además de gol, era un organizador nato”.
Sus inicios en el fútbol se dieron en el River Plate de Argentina, donde el entrenador Carlos Peucelle lo vio gambetear con el desparpajo que solo tienen los ‘cracks’ a los ‘pibes’ de su edad y no dudó en acercarlo al elenco ‘Millonario’, club en el que depuró su técnica.
Pero en un juego ante Newell’s Old Boys del Rosario le rompieron el quinto disco lumbar, que lo alejó un tiempo de las canchas.
A Bucaramanga arriba en 1956 sin tanta ilusión, porque en un principio había decidido dejar el balompié; tenía algunos kilos de más e incluso, en su estreno con la camiseta del ‘Leopardo’, con un estadio lleno y en plena Feria de la ‘Ciudad Bonita’, un aficionado gritó desde la gradería: “lleven a esa vaca para la feria”.
No obstante, la magia de José Américo estaba intacta e inmediatamente se puso a tono físicamente para formar históricos elencos búcaros junto con otras leyendas, entre ellas, Hermán ‘El Cuca’ Aceros, Marcos Coll, Miguel Ángel Zazzini, Roberto Janiot, Hugo Scrimaglia, Álvaro Solarte y Eugenio Casali. Tras su retiro, se dedicó a la dirección técnica, aunque sin mucho suceso en el balompié profesional, pero con grandes aportes en la formación de futbolistas de la región, quienes crecieron en lo deportivo y lo personal gracias a sus enseñanzas.
En Bucaramanga conformó su hogar, junto al amor de su vida, Gloria Hinestroza, y sus “mejores goles”: sus hijas Claudia, Marta y Gloria Isabel.