Oscar Javier Duarte, habitante de la vereda El Reposo de Carcasí, Santander, pasó de ser un competidor más de la Clásica ciclística Nacional Málaga Somos Todos, a convertirse en protagonista.
Su mayor anhelo era competir y por eso su historia despertó la solidaridad de participantes y organizadores. Para que se le permitiera correr le prestaron un casco y una badana, sin embargo, su bicicleta de hierro de cerca de 18 kilos y sus botas de trabajo fueron lo que más llamaron la atención.
El joven campesino se dedica a sacar papa, a ordeñar vacas y a cuidar de sus ‘gallinitas’ en la vereda de la que es oriundo.
El camino para llegar a la competencia
Oscar Javier entrenó por cerca de año y medio en su bicicleta ‘todoterreno’ que compró en cerca de $400.000, todo esto con miras a afrontar la Clásica de Ciclismo de Málaga. Sin embargo, esta bicicleta también la comparte con su hermano Juan Camilo, también amante del ciclismo, y quien lo motivó a competir.
Como en la casa de los Duarte sólo había una bicicleta, Oscar y Juan Camilo tuvieron que echar a la suerte quién asistiría el pasado fin de semana la carrera y quien se quedaría para asumir la tarea de alimentar a las gallinas y pollos que tienen en su parcelita de Carcasí.
“Quisimos estar juntos en la competencia, pero nos tocó decidir en el juego de piedra, papel y tijera quien asistiría. Mi hermano es mi mayor motivación, yo entreno con él y él conmigo”, afirmó Oscar Javier.
El día de la competencia, el joven campesino también motivó a uno de sus vecinos a ingresar a la competencia, a medirse con ciclistas de talla nacional. “Convidé a otro muchacho de mi vereda. Yo lo había visto entrenando y juntos nos animamos a competir. Sin embargo, él no tuvo las piernas para llegar hasta el final”, afirmó.
Un gesto de ‘corazón’