Los impuestos saludables planteados en la reforma tributaria no serían progresivos. Esta es una de las conclusiones a las que habría llegado un estudio de la consultora Raddar, en el que se evidencia que estos gravámenes afectarían mayoritariamente a los hogares más pobres.
Según el documento difundido por Raddar, en estos hogares la ponderación del IPC de los productos que serían gravados con este impuesto se acercaría a 2,36%. En esta medida, el aumento de la inflación en el mismo grupo podría llegar a 2,59%.
Los vulnerables y los situados en la ‘clase media’ tendrían una ponderación de 2,35% y 1,81% respectivamente. En cambio, el aumento de precios generalizado que se sentiría para ambos grupos se acercaría a 2,59% y 1,99% respectivamente.
En cuanto a los hogares más ricos, o de mayor percentil de ingresos, el peso en el IPC de dichos productos apenas llegaría a 1,06% y por ende su inflación solo se vería afectada 1,17% por la cuenta del aumento en el precio de estos alimentos.
Estos impuestos, que tienen como objetivo mejorar la salud pública de la Nación, pesarían más en el consumo de los más desfavorecidos en la medida en que sus ingresos se destinan más a la compra de alimentos. Allí, ya sea por su precio o hábito de consumo, estos serían importantes en la canasta de estos hogares.
Si bien la orientación del gravamen va en la dirección correcta según los expertos y las entidades de salud, economistas apuntan a que se debe crear un mecanismo para compensar a los más pobres que se vean afectados por el impuesto.
Además de un aumento en el recaudo que se puede destinar a inversión en salud, el Gobierno también podría crear un mecanismo como el alguna vez propuesto para la devolución del IVA puesto sobre los productos de la canasta familiar, afirmaron expertos.
