La guerra que desde el año pasado se desató entre Ever Carreño Corredor, alias Porras, y Pepino, continúa derramando sangre a su paso con la única diferencia de que ahora ya no serían Los Manzaneros sino Los Mexicanos, pues Pepino se alió con alias Jota para que esta nueva estructura criminal fuera de frente contra Porras.
Y es que, precisamente, los últimos crímenes que se han presentado en Cúcuta tienen que ver presuntamente con el mismo conflicto.
“Se están asesinando entre ellos mismos, un día Porras ordena la muerte de uno de Los Mexicanos y al día siguiente llega la represalia. Esa es la disputa que se está viviendo en la ciudad”, comentó una fuente judicial.
Los dos hechos violentos más recientes que tendrían que ver con la guerra entre ambas bandas criminales sucedieron la noche de este jueves en los barrios Bellavista y Caño Limón.
La muerte de Yeryito
A tan solo dos cuadras del Comando de Atención Inmediata (CAI) Mirador de la Policía Metropolitana de Cúcuta, se presentó el crimen.
Eran las 8:00 de la noche cuando Sergio Rodríguez Pérez, conocido como Yeryito, de 27 años, se encontraba en su vivienda por la calle 36 con avenida 11 del barrio Bellavista.
Sergio estaba acompañado de otras tres personas, al parecer, consumiendo estupefacientes, pues en esa casa, según la comunidad, era común que se reunieran varios jóvenes “para drogarse”.
En ese momento, dos hombres aparecieron en la escena. Los relatos de algunos testigos indicaron que habrían llegado a pie y, sin mediar palabra alguna, empezaron a dispararle a Yeryito que, aunque intentó correr para protegerse, cuatro balas lo alcanzaron y lo mataron.
Otro hombre que estaba en la zona resultó herido tras recibir un impacto de bala en el abdomen.
Tras cometer el ataque sicarial y mientras las víctimas quedaban en el lugar de los hechos, los dos pistoleros huyeron con rumbo desconocido.
Los disparos se escucharon por toda la cuadra y cuando la calma regresó, varios vecinos se acercaron a verificar lo que había sucedido, encontrándose con que Sergio ya no contaba con signos vitales.
La persona herida fue trasladada rápidamente al centro asistencial más cercano para que recibiera la atención médica de urgencia.
A pesar de la cercanía del CAI Mirador, la comunidad aseguró que los uniformados se demoraron en llegar al lugar para acordonar la escena.
Minutos más tarde llegó la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) a adelantar la inspección técnica y el levantamiento del cadáver.
Las autoridades encontraron varios panfletos abandonados en el lugar de los hechos, que dejaban entrever que Los Mexicanos estarían detrás del crimen.
Se pudo conocer que Yeryito fue capturado en septiembre de 2016, señalado de pertenecer a La Banda del Gordo, dedicada al tráfico de estupefacientes. Además, contaba con anotaciones judiciales por porte ilegal de armas y violencia intrafamiliar.
Aunque se dijo que el hombre había salido el año pasado de la cárcel, varios allegados aseguraron que recobró la libertad hace un poco más de tres años.
“Era un muchacho criado aquí en el barrio, toda la vida lo hemos visto, vivía solo ahí en esa casa, pero las cosas como son, ese tema de la droga (…). Ahí armaban muchos escándalos y pasaban demasiadas cosas en la casa (…)”, dijo una residente del sector.
Otro en Caño Limón
No habían pasado sino veinte minutos del asesinato de Yeryito en Bellavista cuando, por la calle 16 con avenida 20 del barrio Caño Limón, atacaron a bala a otro joven.
El hecho se presentó cuando Juan Pablo Arias Rojas, de 21 años, transitaba por el sector a pie, acompañado por su pareja sentimental.
Dos hombres en una motocicleta lo abordaron en una zona donde la oscuridad e impunidad reinan.
“Para allá no se logra ver muy bien lo que pasa porque la iluminación es demasiado mala. Solo escuchamos los tres disparos que se hicieron y después los gritos de una muchacha que pedía ayuda”, comentó un vecino.
Mientras los agresores huían del lugar, la compañera sentimental de la víctima pidió auxilio y, en el platón de una camioneta, trasladaron a Juan Pablo hasta el Policlínico de Atalaya, donde no resistió mucho pues, minutos más tarde, se confirmó su deceso.
Las autoridades conocieron que Panda, como también era conocido Arias Rojas, sería consumidor de estupefacientes y, presuntamente, había recibido amenazas días antes de su crimen.