Dos versiones rodean la muerte de Bladimir Campo Aguilar, un emprendedor de 46 años de edad, que fue arrollado por una volqueta en el barrio Manga, mientras cumplía con su oficio de domiciliario.
El Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte de Cartagena (DATT) señala que el accidente ocurrió, en la calle 29 con carrera 28. Eran la 1:30 de la tarde del viernes 15 de diciembre.
En su reporte indica que, presuntamente, que ‘Blacho’, como le llaman cariñosamente entre sus amigos y familiares, iba en su bicicleta por el andén de la llamada Cuarta Avenida de Cartagena, cuando perdió el control de la misma y cayó hacia la vía.
Justo en ese momento pasaba una volqueta, de placas TVC-141, cuyo conductor no le habría dado tiempo de frenar y, desafortunadamente, alcanzó a arrollarlo con las llantas traseras del pesado vehículo.
Sin embargo, hay quienes aseguran que ‘Blacho’ iba tranquilamente con los productos que repartía en su bicicleta cuando, al parecer, fue golpeado y arrollado por la volqueta. Por ese suceso se abrió una investigación.
Personas que se dieron cuenta de lo sucedido se acercaron para auxiliar a Bladimir, quien quedó al lado de su bicicleta. Luego que llegara una ambulancia, fue remitido a la clínica Higea, donde alcanzó a ser intervenido. Lamentablemente, minutos después de ingresar a ese centro asistencial, se confirmó su fallecimiento.
Un emprendedor
Angie Campo Aguilar, hermana del hoy difunto, lo describe como un gran padre, excelente persona y trabajador, así como un hermano que velaba por el sustento de su madre y de su única hija, que tiene 18 años.
“Mi hermano desde muy joven se dedicó a trabajar. El salió de El Guamo (Bolívar) a trabajar a Cartagena. Se radicó aquí desde hace muchos años y montó su propio negocio. Esporádicamente iba al pueblo a visitar a mi mamá y a su hija que por estos días está de vacaciones por allá”, indicó la mujer en las afueras de Medicina Legal.
Agregó que ‘Bacho’ hace algunos años trabajó con ‘Narcobollo’ y de allí salió y se dedicó a hacer productos congelados, como empanadas, carimañolas, arepas y las repartía en barrios como Manga, Bocagrande, El Laguito, entre otros sectores. De allí ayudaba a su hija que estudia en Barranquilla.
“Vivía solo en Ceballos, con una pareja que le brindó posada. Estaba muy feliz trabajando y por estos días lo estaba haciendo con muchas más razón, porque ya nos había informado que se iba a pasar fin de año con nosotros allá en El Guamo”, indicó.