En la esquina de la Basílica Menor San Juan Bautista como un personaje colonial que adorna las calles blancas de Girón se encuentra sentado, de domingo a domingo, Juan Reyes, con una tabla que sostiene su exposición ambulante de cuadros.
Este hombre, de 72 años, ha hallado su sustento económico ofreciendo al público pinturas de 16 centímetros por 12, que congelan el vivo retrato de las casas blancas coloniales de Girón, con sus balcones floridos y también con sus faroles colgantes.
“Bien pueda, a la orden”, le dice a cualquier feligrés que sale de misa, y claro, al turista que impresionado se acerca divisando su obra.
La historia de Reyes, apellido con el que marca sus obras, es la de un bumangués que, al no encontrar un trabajo fijo, optó por pintar para mantener a sus hijos y sobrevivir.
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A sus 20 años aprendió a pintar. “Yo estaba desesperado, no sabía qué hacer, no podía ir al ejército porque no era apto físicamente, no servía. Y para sacar la libreta militar debía tener dinero. Más de 1 millón de pesos me valía, y no pude conseguir un sitio para ‘jornalear’ entonces me tocó rebuscarme la plata con las manualidades que siempre he hecho”
Al momento de preguntarle sobre su técnica, este viejo pintor, cuenta, con una amplia sonrisa, que aprendió solo viendo a los demás, y que poco a poco perfeccionó su quehacer.
La rutina para pintar un cuadro empieza a las 5 de la mañana, hora en la que despierta. Lo primero que hace es dibujar el boceto, a lápiz, de una de las calles coloniales, sobre el lienzo. Posteriormente lo llena de color, con pintura acrílica. “Para mí, el mejor momento para pintar es la madrugada”.
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Al día vende hasta 4 cuadros cuando, “me va bien”, cuenta Reyes.
