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Buenaventura sí que tiene ‘madera’

Sus obras tienen en cuenta las medidas del rostro de la persona que va a retratar, por lo que mide todo con su compás.

La historia de un artista no siempre empieza por un descubrimiento de su habilidad, una academia de arte y muchos premios bien merecidos. Para Buenaventura Cano, un boyacense de nacimiento pero un santandereano adoptado, su comienzo como artesano le costó su movilidad, el fin de caminatas largas, su vida normal.

A sus 18 años, este hombre recibió un disparo de repente que impactó su columna vertebral y lo sentenció a estar en una silla de ruedas.

“Recibí el disparo, sin saber por qué, después me enteré que la persona que lo hizo se equivocó. Me confundió con un enemigo, al que me parecí”, contó Cano.

En ese momento su juventud pareció desvanecerse ante sus ojos tarde a tarde, permanecía viendo hacia la ventana. Hasta que un día quiso, por fin, despertarse de ese destino y empezar a crear aves de madera, representando en ellas el anhelo de su libertad.

“Con madera empecé a hacer ‘pajaritos’, loros y guacamayos. También me puse a hacer arpas pequeñitas, e instrumentos llaneros. En eso me la pasaba”, recordó Don Buenaventura.

Cansado de hacer pájaros, el joven de aquel entonces se mudó a Bucaramanga y aprendió de otro artista sobre la pintura en óleo y también cómo dibujar figuras humanas.

Su interés por esta rama lo hizo leer varios libros sobre morfología y aprender cómo medir y darle una forma natural a sus esculturas. Paso a paso perfeccionó su técnica y finalmente, después de aprender a pintar, se decidió por la madera.

Su talento hizo eco en la comunidad piedecuestana que sorprendida por sus esculturas en madera empezaron a frecuentar su casa.

Cuando descubrieron su habilidad con los rostros, le llevaban fotos de familiares para obtener un auténtico retrato.

“Así empecé a hacerme reconocido por la comunidad, llevo ya más de tres décadas dedicándome a esto”, agregó.

Su trabajo fue reconocido por una organización de artesanos quien le abrió las puertas para permitirle exhibir sus colecciones en el municipio de Piedecuesta y también en Bucaramanga y el resto del área metropolitana.

De hecho, sus esculturas se han convertido en la admiración de varias personas que van a verlo trabajar.

Don Buenaventura es uno de los artesanos más reconocidos del municipio, al preguntar por él todos dan buenas referencias y se sorprenden con su increíble disciplina que no le deja descansar ni los domingos.

“Su arte es increíble y tiene una historia de vida que lo inspira a uno a apoyarlo”, contó Melissa Pedraza, secretaria de Turismo del municipio.

Esta funcionaria ha incentivado que el artesano exhiba sus creaciones en las ferias creadas para turistas y también para exponer el patrimonio de ‘los garroteros’.

Ya han pasado 34 años de aquel accidente, y lo que en principio era un quehacer para distraerse de la realidad, se convirtió en su oficio. Así nació un artesano, con un nuevo acento y una ilusión.

Don Buenaventura ya es más santandereano que la hormiga culona. Su boyacense disminuyó con el tiempo y ahora, sin camuflarse, es un hijo de esta tierra.

En el detalle está la magia

Al momento de preguntarle a Don Buenaventura sobre su trabajo, él cuenta el procedimiento como si se tratase de algo fácil. Sin embargo, los detalles que imprime en sus obras no lo son.

El primer paso para construir una escultura, humana por ejemplo, es conseguir la madera. De esto se encara su hermano que es jardinero.

Posteriormente toma las medidas con un compás específicamente para los rostros y después con sus bisturíes empieza a darle forma a las facciones humanas. Esta tarea puede durar hasta semanas.

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