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Falleció Antonio María Serrano Acevedo, uno de los más emblemáticos docentes de Santander

El docente Antonio María Serrano Acevedo era natural de Zapatoca, Santander. Murió ayer, a la edad de 83 años.

Falleció a la edad de 83 años, en la Fundación Cardiovascular, uno de los más emblemáticos docentes de Santander: Antonio María Serrano Acevedo, quien era natural de Zapatoca y quien durante más de 35 años se desempeñó como profesor de varios colegios de la región y del país, siendo el Instituto Tecnológico Salesiano Eloy Valenzuela, de Bucaramanga, el ‘plantel’ que lo catapultó como “El maestro del Siglo XX’.

Decía que le gustaban el álgebra, la analítica, la geometría y el cálculo, “porque los números son alimentos para el cuerpo, son los que hacen digerir, son el lenguaje exacto de la vida, son el sentido común y a este último es al que hay que apuntarle”.

Esa forma de hablar era, sin lugar a dudas, el mayor tesoro de este licenciado en Aritmética, Física y Química. Su habilidad para enseñar la lógica de la vida fue la que lo distinguió en el mundo docente y por lo que tanto lo recuerdan sus exalumnos.

Decía que con sus estudiantes “fue estricto, pero permisible”. Y cuando le preguntábamos qué tanto de lógica tenía esa máxima, él respondía: “¡Mucho!, el estudiante no aprende con temores, pero sí con orden. Enseñar es hacer ejecutar los ejercicios necesarios para apoderarse de la verdad. Yo era estricto, pero a la vez iba aflojando. Hoy día algunos profesores solo aflojan y se vuelven flojos”.

De su vida académica y profesional se recuerda que en 1959 se graduó en el Colegio De Santander. Sin embargo, sus mejores años como docente se los regaló al citado Salesiano, en donde trabajó hasta 1992. También estuvo en los planteles León XIII y Calazanz, de Bogotá; en la concentración Camacho Carreño, hoy en remodelación; y en los colegios del Bienestar Social, Cristo Rey (Hoy la USTA) y la nocturna el colegio San Pedro Claver. ¡… Ah! y en el Cuartel, alfabetizó.

A Serrano Acevedo lo recuerdan como “un docente íntegro, de quien recibimos la mejor cátedra de aritmética de profesor alguno. Sus clases no tenían comparación, eran inigualables y divertidas. Increíblemente siendo la matemática, la que muchos odiaban, con su magistral enseñanza nadie se aburría; es más, siempre queríamos estar en la primera fila de los pupitres”, recuerda Joaquín Ardila, exalumno de él y quien hoy es docente en el Salesiano.

Después de él, tal vez no ha existido en la región otro docente que pueda explicar más claro y con algo de humor el concepto analítico del seno de un ángulo.

– ¿Por qué el seno no puede ser más grande que uno?, cuestionaba a sus discípulos.

– “Porque uno se va de jeta”, él mismo respondía.

Por supuesto, Antonio María no hablaba del espacio que queda entre el vestido y el pecho. Hablaba de otro ‘seno’, el de los números, esos que fueron su pasión. Además, se la pasaba explicando el coseno, la tangente y todo lo que le sonara matemático.

De manera cariñosa le decían ‘El Loco’, pero sus ilustres apellidos tenían sus propios apodos de Zapataoca: ‘Caimán’, por Serrano; y Guáimaro, por Acevedo.

Era hincha furibundo del Atlético Bucaramanga. Sin embargo, confesaba que por más números que le había puesto a su vida, nunca consiguió ver a su equipo del alma con los suficientes puntos para ser campeón. Ojalá, este año la nueva generación de jugadores honrara su nombre con una estrella.

Desde la Redacción les enviamos nuestras más sentidas voces de condolencia a sus hijas Clara Isabel, Gloria Inés y Martha Juliana Serrano Quintero; a sus nietos Isabela Orejarena, Nicolás Vanbilderbek, María José Hernández, Oscar Tomás Hernández y Victoria Pabón; a sus yernos, Oscar Gerardo Hernández, Juan Carlos Pabón y Pedro Santander. Vale recordar que el docente Antonio María estuvo casado con Martha Cecilia Quintero de Serrano, quien también falleció hace varios años.

Su cuerpo es velado en la Funeraria San Pedro de Bucaramanga y sus exequias se cumplirán mañana, 24 de octubre, a las 2:30 p.m. La Comunidad Salesiana le ofrecerá una Eucaristía en su nombre en la Parroquia María Auxiliadora, templo del colegio al que él le entregó casi toda su vida profesional. Curiosamente será sepultado el Día de la Patrona Salesiana.

Sus exalumnos, profesores y exdocentes, las directivas del plantel y demás amigos acompañarán a sus familiares en el último viaje de Antonio María Serrano Acevedo al Parque Memorial Tierra Santa. Él fue un docente que le dio vida a ese axioma, un tanto criollo pero cierto, que dice que “los hombres mientras enseñan, aprenden”. ¡Gracias por todo ‘profe’, descanse en paz!

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