Con la sencillez que lo caracteriza, una paciencia única y con el don del servicio, William Javier Díaz Rueda se ha ganado más que la clientela del barrio Ciudad Bolívar.
Su negocio de nombre familiar lo lleva a reconocer el esfuerzo y la dedicación de quines lo antepusieron y que gracias a ellos, desde hace tres años es el líder de su tienda.
“Este negocio se inició hace 17 años. Ha sido descendencia de familia. Primero inició mi hermana la mayor, junto a su esposo Agustín, después otra hermana y ahora lo tengo yo con la ayuda de mi padre y mi esposa”, manifiesta William, siempre sonriente y muy pendiente de sus clientes.
Pero esta virtud de amabilidad se la ha ganado con el tiempo, por eso su negocio nunca permanece solo. Siempre hay vecinos que llegan, en cualquier momento en busca de sus productos.
“La familia siempre ha tratado por que acá se mantengan buenos precios. Que tengan ofertas en algunos productos, pero sobretodo que se vayan con una muy buena atención por quien está a cargo”, dice William, oriundo de Zapatoca, Santander.
Y es que a kilómetros de distancia se extraña la tierrita, pero desde el 2.019 cuando asumió el ‘timón’ del establecimiento comercial ha sido un agradecido con la vida.
“Yo arranqué como empleado de mi hermana y desde hace tres años cogí las riendas. No ha sido fácil, pero creo que el tener gran clientela me hace pensar que he hecho las cosas de la mejor manera”.
“Hoy busco el éxito de mi familia, que todo marche bien y que los clientes vayan y vuelvan”, sostiene.
Clientes y vecinos
Como una familia trata William a sus clientes. Es dicharachero, le gusta conversar con ellos, darles la popular ‘ñapa’ y hasta en algunos casos fiar, pero lo más significativo es que se van con una sonrisa de su tienda.
“El tiempo le va a uno dando la experiencia para tratar a los vecinos. Por ser un barrio amañador, el cliente es el mismo. Ellos hacen parte de mi familia, porque nos acostumbramos a todo”.
“Mi cliente viene acá por la atención, la confianza y por los precios. Uno trata de manejar esos 3 o 5 minutos cuando los atiende, con la mejor actitud”, concluye William.