Dixon Javier Tarazona Jaimes nació en Venezuela y tiene ocho años viviendo en Bucaramanga.
Su pasión por las bicicletas lo llevó a ingeniárselas para hacer un prototipo único, de una forma que le permitiera ahorrar tiempo, dinero y transportar a su hijo de forma cómoda y directa.
Vive en el barrio Nariño y de lunes a viernes su hijo estudia en un colegio del centro de la ciudad.
Desde su casa hasta allí son cerca de tres kilómetros, un tiempo para darle pedal a si ‘caballito de acero’ y así llevar y traer a su hijo.
“La idea nació buscando por Internet. Yo mismo lo diseñé, lo corté, busqué los implementos y lo armé. Voy de la casa al colegio y viceversa. Mi hijo es el más feliz porque se deleita en esos 15 minutos me le gasto por trayecto. Dice que es su Ferrari, el me ayudó a escoger la pintura y el color”, comenta Dixon, quien se gastó cerca de 300 mil pesos en realizar su ‘Ferrari’.
Su proyecto se describe sobre dos ruedas, un par de tablas como base, una canastilla, varios tornillos y cuadro de hierro que le da la forma a su ingenio.
“Cuando salgo al recorrido voy despacio, mi hijo es feliz montado, pero esta última semana se le dañó una pieza y está en los ‘pits’. Ahora me toca caminando, mientra le compro unos repuestos”, dice.
Dixon además combina con su profesión, como costurero ensamblando pantalones y montando bicicleta.
“Me gusta mucho el cicloturismo y es por eso que la bicicleta es un hobby. He pensado en hacer otros accesorios así como el que le tengo a mi hijo, pero el tiempo y mi trabajo a veces no me lo permite”, sostiene.
Finalmente, espera poder seguir combinando su trabajo de ‘alta costura’ con la pasión por el ciclismo, llevando a su hijo por el camino correcto y siempre a su lado.
