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Eliana, tejedora de sueños en Piedecuesta

Unir el placer y el trabajo rara vez coinciden de manera perfecta como en el caso de Eliana Gómez Zambrano, una mujer de 30 años, que durante el confinamiento decidió orientar su vida alrededor de un oficio: tejer. Antes de la pandemia, los trabajos en oficina en la Registraduría Nacional del Estado Civil, y en […]

Unir el placer y el trabajo rara vez coinciden de manera perfecta como en el caso de Eliana Gómez Zambrano, una mujer de 30 años, que durante el confinamiento decidió orientar su vida alrededor de un oficio: tejer. Antes de la pandemia, los trabajos en oficina en la Registraduría Nacional del Estado Civil, y en otras organizaciones estatales, eran la rutina de esta santandereana.
El nacimiento de su hija la condujo a un sueño de tranquilidad. No imaginó que el saber artesanal que le heredó su abuela se convertiría posteriormente en el trabajo más anhelado, y claro, en el sustento para su familia.

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Al iniciar las cuarentenas obligatorias, Eliana decidió tomar un curso de tejido, con una tallerista en Floridablanca. Este aprendizaje fue netamente virtual, y ella lo califica como un programa para aprender “solo las bases del tejido, cómo coger la aguja y las posiciones. No era algo tan detallado como el patronaje”, aclaró.

¿Cómo se convirtió en una empresa?
Durante ese 2020, el primer año de su hija, y también el inicio de su empresa, ella sólo le hacía ‘muñequitos’ a su bebé. “Yo terminé de aprender viendo vídeos en Youtube y en Instagram, tejiendo y destejiendo”, cuenta.
Este, su hobbie, como ella lo llama, se volvió su emprendimiento cuando amigas que eran testigos de sus artesanías empezaron a encargarle los muñequitos. El voz a voz en la ciudad la dio a conocer. Sin embargo lo que posicionó su empresa fue la creación de una cuenta de Instagram, red social por la que comercializa la mayor parte de sus pedidos.
“Me empezaron a seguir personas de todas partes, por fuera de Santander, y así, poco a poco me di a conocer”, dice Eliana.

El cuidado infantil
‘Amigurumi Anny’ es el nombre de su empresa y lo eligió en honor a su hija, pues hay una combinación de letras que sus más allegados entienden. El empuje de su negocio también se debió a las múltiples charlas que dio explicando a más mujeres, además del sentido del amor y la confianza que dan sus muñecos.
“Lo que más me piden son muñecos de apego”, dice. Al preguntarle el porqué de ese nombre, la mujer explica que se debe, principalmente, a que están diseñados para los más pequeños, para crecer junto a ellos y convertirse en sus juguetes favoritos.
“El enfoque principal es para mí, yo tejo los muñequitos como si fueran para mí hija, toda la marca es ella”, relata.

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Al poner como cliente principal a los infantes, Eliana se ha enfocado en hacer un trabajo minucioso que garantice seguridad a los padres y que no le generen alergia a los niños.
“Los que son para bebes están hechos de hilaza hipoalergénica, y los ojitos tienen arandelas. Son totalmente seguros para ellos”, dice.
Al referirse a ojos con arandelas, la empresaria se refiere a un objeto que impide que los ojos del muñeco se caigan y el infante se los coma.
Eliana señala que estos muñecos son indispensables en la primera infancia porque los bebés quieren sentir un olor en especial, quieren tocar y aprender con el juguete.
A la fecha su página en Instagram @amigurumisanny_byelianagomez, ya tiene más de 2.000 seguidores y los pedidos semanales ascienden a más de seis. Para Eliana su empresa no es solo sustento, también es su pasión. Esta mujer ama tejer, teje apego,

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