Efraín Morantes Sánchez se convirtió en el primer paciente en recibir un trasplante de médula ósea en Santander, procedimiento que se inauguró en la región en diciembre pasado.
Justo el 16 de ese mes, Efraín ingresó al Hospital, como candidato a recibir el trasplante, la mejor opción para acabar con un cáncer que le diagnosticaron en enero de 2021.
Según relató Efraín, llevaba tres años padeciendo fuertes dolores en la columna que le irradiaba a la cadera y a las piernas, pero ningún especialista, ni los múltiples exámenes daban con la enfermedad.
Esos mismos dolores un día lo llevaron de urgencia a la clínica, allí por fin después de realizarle rayos x en la caja torácica le descubrieron unas mini perforaciones en los huesos, de inmediato fue internado.
El mieloma múltiple que padecía Efraín es un tipo de cáncer en la sangre que se genera cuando las células plasmáticas, presentes en la médula ósea, empiezan a crecer sin control. Ellas desplazan a las células sanas y producen una proteína anómala que pueden dañar diferentes órganos y tejidos entre los que se encuentran los huesos y los riñones.
“Me cayó como un balde de agua fría saber que tenía esta enfermedad, que ni en la imaginación esperaba encontrar. Pero había que seguir adelante y las expectativas estaban ahí con el equipo del Hospital Internacional de Colombia, que me brindó apoyo médico y psicológico”, relata Efraín.
De acuerdo con los médicos, la hoja de ruta a seguir con el paciente era realizar quimioterapia para controlar la enfermedad. Las ‘quimios’ fueron desde febrero hasta finales de 2021.
Su ingreso fue el 16 de diciembre pasado y solo hasta febrero pudo salir del hospital.
“Los tratamientos oncológicos como la quimioterapia buscan eliminar las células cancerígenas, sin embargo, estas dosis deben ser ajustadas para que no afecten a otros tejidos y órganos. El trasplante autólogo es una estrategia que permite que dosis más elevadas de quimioterapia puedan ser administradas al paciente y que la médula ósea (tejido que es muy sensible frente a la quimioterapia) no se vea afectada de forma irreversible”, explica Jaiver Fonseca Cipagauta, director de la Unidad de Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos del HIC.
Estas células son las encargadas de producir los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas y fueron recolectadas antes de la administración de la quimioterapia intensiva para ser infundidas nuevamente al finalizar el tratamiento y repoblar la médula ósea.
A diferencia de un trasplante de corazón, hígado u otro órgano, este tratamiento no se realiza en un quirófano, no es una cirugía.
“El tejido hematopoyético es líquido y por ello se le administra al paciente por vía intravenosa mediante un catéter central. Tras ser administradas, las células progenitoras hematopoyéticas buscan su nicho (la médula ósea), donde se injertan para cumplir su función normal”, señala Fonseca.