Al menos 28 mil mujeres de Bucaramanga, entre los 18 y los 28 años, están en una situación conocida popularmente como ‘nini’; es decir, ni trabajan ni estudian ni están buscando empleo. Esta cifra representa el 24% de la población juvenil en ese rango de edad de la capital santandereana.
La fría estadística de ellas es mayor a la de ellos, pues 15 mil hombres jóvenes también hacen parte de la denominada clasificación de ‘nini’.
En general en toda Colombia, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, muestra que en 2021 hubo 2,4 millones de jóvenes mujeres ‘nini’, y como resultado de la pandemia por COVID-19 otras 300.000 estuvieron en esa situación en 2020.
A diferencia de los países europeos, donde uno de los aspectos principales que influye en el fenómeno ‘nini’ para las mujeres es el desempleo, aquí el problema es más profundo.
¿Por qué?
Porque además de la desocupación reinante, existe una exclusión de las mujeres del sistema educativo. Es decir, a parte de las altas tasas de desempleo que padecen las mujeres jóvenes, se sumaron otras condiciones que las afectaron y que se dispararon durante la pandemia, tales como la obligación de dejar el trabajo o el estudio para ser amas de casa y asumir el cuidado de sus niños en medio de la emergencia.
Apuntes sobre estos datos
Alexandra Cortés Aguilar, directora del Centro de Investigaciones en Cultura y Sociedad de la Universidad Industrial de Santander, UIS. afirmó que, “es evidente que la recuperación en las cifras de empleo se da más rápida para hombres que para mujeres”.
“Los sectores que se tardaron más en reactivarse, tras la dura pandemia, fueron aquellos con concentración de empleo femenino, como el sector servicios y las actividades de entretenimiento”, reveló Cortés Aguilar.
“En la población joven que no estudia ni trabaja ni busca empleo hay diferencias importantes entre hombres y mujeres, que se profundizaron en 2020, principalmente porque fueron las mujeres jóvenes quienes asumieron mayores cargas de cuidado, tras la emergencia del COVID-19”, argumentó.
“Entre la población joven activa en el mercado laboral también son las mujeres las más afectadas, pues enfrentan mayores tasas de desocupación y menores ingresos laborales que los hombres”, indicó.
“Durante la pandemia las labores de cuidado al interior de los hogares y el acompañamiento en las tareas escolares de los menores fueron asumidas principalmente por mujeres, por lo que las tasas de desempleo e informalidad no contabilizan el gran número de las que se fueron a la supuesta ‘inactividad’ de las que hablan estas estadísticas, señaló la experta.
“Además, las mujeres perdieron o dejaron sus trabajos y no se contabilizan como desempleadas dado que no podían buscar trabajo, pues eran las responsables del cuidado de sus hogares, de escolares y personas que requieren cuidados y que no son remunerados”, recalcó Cortés Aguilar.
Y añadió que, “las democracias requieren la participación de sus ciudadanas para desarrollar una pública y agenda pública pertinente y que responda a las necesidades de toda la ciudadanía”.
“Según un reciente informe de la ONU Mujeres, cuando ellas participan de forma igualitaria en posiciones de poder gestionan la llegada de más recursos, crean entornos propicios para la eficiencia y priorizan políticas de educación, de salud y de reducción de la violencia, así como la destinación de ingresos a temas asociados al cuidado de la vida”, complementó la experta.
No obstante esa gran cantidad de mujeres que ni estudian ni trabajan ni buscan empleo en Bucaramanga y su área metropolitana, es fundamental decir que entre las 23 capitales de Departamentos que comparó el DANE en torno a este caso de jóvenes ‘nini’, nuestro municipio se encuentra entre las que menos padece este fenómeno.