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Los matachines, una tradición que no pasa de moda

El 27 de julio de 2010 el Ministerio de Cultura y la Gobernación de Santander declaró a los matachines como Patrimonio Inmaterial Viviente.

Desde el año 1963 Floridablanca, el municipio ‘dulce’ de Santander, se viste cada diciembre de colores, traje de tirantes, máscaras y sonrisas. Durante esta época, los matachines se convierten en protagonistas de las calles del barrio La Cumbre. 

La tradición nació de Don Antonio Reyes, un boyacense, quien junto a su familia fueron los pioneros en registrar esta celebración. Fueron ocho personas las primeras en salir a las calles disfrazadas, con el fin de ‘contagiar’ a los vecinos de alegría en las fiestas decembrinas.

“Fue algo que se adoptó en el barrio, se le dio un sentido de pertenencia en La Cumbre. La costumbre fue creciendo a través del tiempo”, indicó Walther Conde, quien hoy preside la Corporación Matachines Nueva Generación.

Lo que inició con unas cuantas personas, rápidamente se convirtió en un rito del que participaban más de 300 ‘matachines’.

Hoy en día la cifra de quienes se han disfrazado es incalculable, aseguró Conde que “la costumbre se transmite de generación en generación, desde los dos años hasta los 60 o 65 salen personas a acompañarnos”.

Matachines: Una tradición

Walther recuerda que a la corta edad de 12 años comenzó a involucrarse en esta aventura de ser matachín. Su primer disfraz fue de diablo y con este participó en las fiestas decembrinas de La Cumbre.

“Para mi es un orgullo ser parte de esta comunidad porque estamos representando una tradición cultural que identifica a nuestro barrio” dijo Walther.

Los matachines de La Cumbre, aseguró Conde, se reconocen por tener el disfraz bien puesto, tienen guantes, llevan su máscara bien puesta, y lo más importante, ¡no hablan!

Se comunican a través de sonidos dependiendo de las circunstancias. 

Aunque la tradición siempre ha sido corretear al personaje, desafiarlo, y, después, si este lo alcanza y le da un ‘bombazo’, la persona deberá darle una moneda; los de la Cumbre se identifican porque dejan de lado el enfrentamiento para hacer un show e interactuar con los asistentes, con el fin de ‘sacarle’ una sonrisa. Solo así se ganan su recompensa.

“Matachines hay en muchas partes de Colombia y Santander. Hay pueblos en los que es habitual salir a golpear con las bombas y asustar. Nosotros decidimos cambiar ese concepto para ser algo más artístico, cultural, de compartir con las familias”.

Día de celebración

Interpretar un personaje es la idea principal de los matachines, es por esto que dentro de su repertorio está disfrazarse de El Rey, Carecrímen, El Indio, Caralinda, El Oso, El Diablo, Pinocho, Payasos, Diablos, entre otros, los cuales se caracterizan por tener el clásico de tirantas y un gorro alto, propios del matachín.

La celebración continúa con la organización de la carroza que acompaña al grupo. Se decora y se marca el recorrido. A la caravana también asisten papayeras y murgas que caminan junto a la banda de matachines.

“En la temporada de diciembre, la primera salida es el 7, Día de Velitas. Es algo bacano porque la gente sabe que salimos esa fecha y esperan a los matachines para darle inicio a las fiestas decembrinas”. 

Un 24 llegan más de 300 matachines, entre antiguos y nuevos, de otros barrios y municipios. Ahora, los asistentes, entre niños y adultos, también empezaron a vincularse directamente a la celebración con su compañía. Actualmente se calcula en total de mil o más personas las que integran el ‘show’.

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