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En el barrio Bucaramanga, Ferretería ‘El Pez’ es la más querida por la comunidad

“Serviciales y siempre dispuestos, ese es el éxito del negocio”. Con estas palabras, los dueños de la Ferretería El Pez les cumplen a los habitantes del barrio Bucaramanga.

“Mi esposo es la cara amable y yo soy la cara legal; la guía de mucha gente,  muy justa en todo”, así describe Claudia Janeth a la familia Chía Olave, una pareja de esposos que lleva años en uno de los puntos guía del barrio Bucaramanga.

Claudia Janeth Chía Gómez ha vivido 45 años en el barrio, quien más que ella para que dé fe de su progreso.

Lleva 22 como comerciante y es de las líderes sociales que le apuesta a tener, en su sector, un gran vividero.  

“Del barrio en cuanto a seguridad hemos mejorado. Antes había puntos rojos o los mal llamados negros. Ya no hay conflicto de fronteras y es por el trabajo que se ha realizado con los vecinos”.

“Hemos progresado en la parte del comercio. Hoy el barrio tiene una cara bonita y con obras se le ha dado un mejor ambiente”, señala Claudia, quien lleva 10 años en la JAC del sector.  

Su esposo Horacio Olave Villanova es el “buena papa” del barrio, trata de buscar solución a las inquietudes de sus vecinos y su carisma, por ayudar al prójimo, lo han llevado a ser el amigo de todos.   

Hace 22 años comenzaron con su negocio: Primero fue una tienda, poco después una papelería y ahora, luego de 10 años lograron montarse a la Ferretería. En su momento la llamaron La 67, pero el nombre no funcionó y hoy todos lo conocen El Pez.

“A mi esposo siempre que llevaban le decían “Oiga mi pez” y tocó dejarle ese nombre porque mucha gente se identificaba con este gentilicio.

“Hoy La Ferretería El Pez es el punto central de todo. Tenemos muchos servicios, la más completa en materiales y aprendiendo de la vida. Todo lo que somos no lo hemos ganado a pulso y el negocio es un guía para la gente y con muchos servicios”, dice Claudia.

Hechos a pulso

Claudia  y Horacio fueron como dice el dicho: “hechos a pulso”.

Ella, aunque apenas tiene dos semestres  de Administración, todo lo que ha logrado ha sido gracias a sus vecinos y al gran don de líder.

El esfuerzo, la dedicación y el poder servir al prójimo le han dado la admiración de muchos en el barrio Bucaramanga.

“La importantes es que Dios nos siga dando salud, para seguir manteniendo nuestro negocio y servir, pero es una recompensa que se da de corazón”, dice esta mujer, que además trabajó con la Fundación Albeiro Vargas y de allá aprendió su labor social.

Horacio fue taxista, vendió su automóvil para dedicarse de lleno al negocio. Aunque es callado, su voluntad es siempre la de ayudar.

“Para servir y darle solución. Los dos somos líderes gracias al negocio”, fueron las palabras de este hombre que se mueve como ‘pez en el agua’ con su ferretería.

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