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“Un siglo y un ‘pucho’ más, esa es mi edad”

Catorce hijos, 54 nietos y una cifra extraoficial de 35 bisnietos, hacen parte de la descendencia de Doña Margarita Vargas de Rodríguez, quien ayer, 22 de febrero, cumplió 105 años de vida. Y si bien es una de las mujeres más longevas de Colombia, ella misma dice que ella siente que los años “no parecen […]

Catorce hijos, 54 nietos y una cifra extraoficial de 35 bisnietos, hacen parte de la descendencia de Doña Margarita Vargas de Rodríguez, quien ayer, 22 de febrero, cumplió 105 años de vida.

Y si bien es una de las mujeres más longevas de Colombia, ella misma dice que ella siente que los años “no parecen notárseme mucho”.

“Solo he vivido un siglo y un pucho más, es mi edad”, dice la sencilla mujer, a quien la pandemia la ha tenido aislada un tanto de familiares, amigos y, por supuesto, de los periodistas que la querían entrevistar.

Para ella, este tiempo de pandemia no ha sido fácil: “la soledad me pesó terriblemente y he tenido que estar confinada en mi habitación sin poder asistir a misa, que es lo que más me falta”, afirma.

Esta mujer, en su época de juventud, llegó a ser una tejedora urbana de canastos.

Recuerda que desde niña le traían el chusque, la caña brava y otros bejucos: “así me convertí en una canastera de toda la vida. Yo y mi familia fuimos criados a punta de hacer y vender canastos”.

Doña Margarita nació en Floridablanca en 1916, pero ella se considera una mujer garrotera por adopción.

Se casó con Teófilo Rodríguez, quien falleció muy joven. Por eso tuvo que sacar adelante su familia con mucho esfuerzo.

Aunque ella misma admite que de joven fue de carácter recio, “a estas alturas todo es sonrisa para mí, porque Dios me ha permitido vivir con sencillez, plenitud y humildad”.

Durante el último año su estado físico ha desmejorado un tanto, debido al estar confinada a causa de la Covid-19. No obstante sigue siendo la matrona que trata de valerse por sí misma y siempre tiene una sonrisa en su rostro.

Todos los días se levanta, reza el rosario y se la pasa evocando con su hija y sus nietos los recuerdos del ayer.

Por sus dichos y sus lecciones de vida,  se ha vuelto la ‘consentida’ de sus parientes y, de igual modo, el centro de atención de cualquier evento social.

Ayer, tras su fiesta de cumpleaños, saboreó un trozo de su porción de torta y sonriente dijo que pidió un poco más, porque 105 años no se cumplen todos los días.

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