A sus 62 años, Gertrudis Barrera Riaño se rebusca los pesitos para los servicios con una receta que le enseñó a preparar su mamá: el masato.
Oriunda de San Joaquín, Santander y criada en un hogar que compartió con 12 hermanos más, desde muy pequeña tuvo que ‘avisparse’ con las labores de la cocina. De hecho, ”durante muchos años me había dedicado a la venta de comidas en mi casa y es algo que se me da muy bien porque me gusta” relata Barrera.
Eso sí, el puesto de masato surgió debido a las secuelas que le dejó un accidente. “Hace cinco años, venía de trabajar y un motorizado me atropelló. De ahí, desarrollé problemas en la cadera y tuve que asistir a terapias de movilidad durante un año” relató con los ojos cristalinos la adulta mayor.
Pero, lejos de ‘echarse a morir’, doña ‘Gertru’ sacó del recetario familiar aquella preparación que combina la canela, los clavos de olor y el agua fermentada de arroz para ofrecer a sus vecinos del barrio Divino Niño en Piedecuesta. El talento culinario de esta señora lo lleva en la sangre y su único hijo, Víctor Alfonso Barrera, también heredó el amor por la gastronomía. Víctor es chef y realiza el catering para producciones audiovisuales a nivel nacional.
Con el paso de los meses, los vecinos que se movilizan por el sector ahora paran así sea solo para saludarla y en otros casos, llegan hasta su puesto para encargarle uno o dos litros. Ahora, día por medio, ella prepara aproximadamente 20 litros de refrescante masato. De una textura cremosa y de color clarito, el masato de Gertrudis es riesgoso en un sólo aspecto: un vaso no es suficiente.
Para quienes se antojaron al leer esta historia: el vaso de masato casero cuesta mil pesos y también puede encargar el litro desde 12 mil pesos y puede encargarlo al 3163843403.
Fotografía y redacción: Felipe Jaimes Lagos (X).