Al inicio de la década de los 50’s, la gran finca Balconcitos se convirtió en un terreno fértil para la construcción de viviendas familiares. Cuando llegó la primera familia, la de ‘pacho’ Rondón, fueron llegando las demás.
En el barrio conocido como ‘El Pulmón’, ubicado justo cuando finaliza el puente La Novena y poco antes de llegar al Mutis, se edificaron 110 casas y 38 apartamentos. El plan a futuro es que los propietarios puedan ampliar sus propiedades a los dos o tres niveles y así lograr que hayan más balcones en los que se disfrutan vistas envidiables.
Están ‘a la altura’
Si hay algo fundamental en la zona es el estado de la pantalla anclada que evita la erosión de los cimientos.
La altura en la que se encuentra el terreno es impresionante y con el fin de que no haya una tragedia masiva, se invirtieron más de 11 mil millones de pesos en la construcción de la pantalla que está cerca de cumplir 10 años.
A pesar de la fuerte inversión, la imponente construcción presenta diversos puntos en los que la vegetación naciente amenaza con ir rompiendo el concreto que se aplicó.
Justo debajo de la pantalla, los habitantes de la comunidad han reconocido un mal que lleva buenos años escarbando por la zona escarola: la minería ilegal.
Son múltiples las comunicaciones con administración municipal, Gobernación y entes nacionales para alertar las actividades delictivas que se realizan en las orillas de la quebrada El Lorito.
Casas como ‘de regalo’
El espacio de las casas es más que generoso. Los solares, patios y varias habitaciones son algunos de los detalles que recuerdan el estilo arquitectónico de una casa verdaderamente familiar.
Residentes como Lucila Herrera Arias recibieron un preciado regalo con semejante espacio. Nacida en el barrio y con casi 60 años viviendo allí, ella recuerda que sus padres construyeron con sus propias manos el hogar familiar que hoy comparte con sus cuatro hermanos.
“Esta casa, hecha con barro y mallas es un regalo que no cambio por nada. Nos la dejó mi papito a nuestro cuidado y no me he movido desde que llegué aquí” relata Herrera.
Además, la residente resalta la solidaridad de la vecindad, la cual se hizo más que notoria cuando se realizaron diferentes colectas para apoyarla cuando se le realizó una operación de corazón abierto.
Territorio recuperado
La inseguridad es un problema que aqueja a todos los barrios, sin embargo, en la zona fue azotada por el microtráfico a tal punto que el parque del sector recibía el nombre del ‘ventilador’, haciendo alusión a los olores de algunos estupefacientes que se colaban en las casas.
Eso sí, el valor de los vecinos está a la altura de la propia montaña en la que se encuentran las viviendas. Julio César Ortega, presidente de la Junta de Acción Comunal, afirma que: “dentro del barrio nos hemos librado de la drogadicción, aunque ha sido un trabajo más que duro. La idea es que este barrio sea un lugar que se pueda visitar sin ningún problema y hoy lo es”
El famoso ventilador se convirtió en un pequeño pulmón en el que los niños han podido disfrutar de juegos infantiles en buen estado y un gimnasio al aire libre cuidado. Ahora el objetivo es recuperar los escenarios deportivos que se perdieron con la construcción del Viaducto de la Novena.
Se ‘camella’ bueno
Las cuatro tiendas del sector se pueden jactar de una atención 1A. Sandra Milena Villamizar, Nixon Monsalve y Henry Medina son comerciantes que han sabido abrir su negocio y darle años de buen servicio a la comunidad.
Nelson Osorio posee una precisión y habilidad única en la ciudad para la pintura de la madera. Al igual que el carpintero, la excelencia en los detalles es primordial para Javier Albero Moreno, quien se dedica a la fábrica de ropa infantil.
¿Y quién no ha oído hablar del templo sagrado del tejo en el Bucaramanga? El Club Deportivo Maracaná es el primer recinto que podrá apreciar al adentrarse en una zona en el que el espíritu ‘camellador’ es próspero.
