En la madrugada del 26 de febrero de 2020, un torrencial aguacero desató la tragedia en Piedecuesta. Las aguas de la quebrada Grande y el río Manco de Piedecuesta arreciaron con fuerza y arrastraron toneladas de lodo y piedra.
La avalancha dejó pérdidas humanas, personas desaparecidas, vías destruidas y múltiples daños materiales para habitantes de varias veredas de Piedecuesta. El paso hacia Bogotá y hacia Málaga quedó totalmente nulo.
Pero en medio de todo ese dolor, un niño de ocho meses, Dylan, se convirtió en símbolo de esperanza, luego de sobrevivir milagrosamente a la emergencia. Lo encontraron cubierto de lodo, con politraumatismos, pero gracias a la ayuda de los médicos y al amor de su familia, logró salir adelante.
Esta es la historia detrás de la avalancha que enlutó a Piedecuesta hace cuatro años.
Balance de la tragedia
De acuerdo con las autoridades, el balance de total de la tragedia fue de cinco personas fallecidas identificadas, cuatro personas desaparecidas, nueve personas rescatadas, 11 lesionados y 1464 damnificados.
Tras las cinco horas de fuerte aguacero, 32 veredas resultaron afectadas. El agua destruyó varios tramos de vía en sectores de Los Curos, Pescadero, Bocagrande, las Acacias y El Guamo, entre otras. Asimismo, 22.25 kilómetros de la vía Bucaramanga – Bogotá se afectaron y 18 más corrieron la misma suerte en la vía Curos – Málaga.
Las labores de rescate
Luego de conocer la magnitud de la tragedia, desde la Gobernación de Santander, la Oficina de Gestión del Riesgo y la Alcaldía de Pidecuesta se dispusieron 600 unidades operativas en labores de búsqueda y rescate. En las labores participaron hombres y mujeres de Bomberos, Defensa Civil, Ejército, Policía Metropolitana de Bucaramanga, Ponalsar, Alcaldía de Piedecuesta, Invías y Gobernación de Santander.
Fueron más de 300 horas de Búsqueda en las que, por cielo, tierra y agua se buscó a personas desaparecidas, se ayudó a las afectadas y se encontró a personas que lamentablemente fallecieron durante la emergencia.
A la zona también llegaron decenas de equipos de maquinaria amarilla como bocat, volquetes, cargadores, bulldozer, excavadoras y pajaritas para adelantar labores de remoción de escombros y material de arrastre.
Tragedia y esperanza
Mientras la tormenta se desataba con furia, en una vivienda de la vereda El Guamito se resguardaba la familia conformada por Ingrid Hernández, Fabián Jaimes y los pequeños Andrey Fabián de cinco años, Tatiana de tres y Dylan Matías, que en aquella fecha alcanzaba los ocho meses de nacido. La cantidad de material de arrastre que descendió de la montaña sepultó la edificación y arrastró a cuatro de las cinco personas que se encontraban dentro, exceptuando a Fabián, el padre de los pequeños.
Los pobladores de la zona salieron en busca de las personas desaparecidas y sobre las 8:15 a.m. de ese día, el llanto débil de un pequeño alertó a dos pobladores de la zona quienes al buscar entre los vestigios de la avalancha hallaron a un bebé que se encontraba cubierto de barro.
“Fabián, Fabián, encontraron a Dylan”, gritó la abuela del niño, al tiempo que afirmó que “mi hijo salió corriendo, se resbaló, se levantó y agarró a Dylan y lo abrazó. Luego me lo entregó y yo salí corriendo a lavarle la carita con agua que echamos en una jarra”.
Pese a la magnitud de la tragedia, el parte médico de la salud del niño fue de un politraumatismo leve a moderado con hemorragia y un cuadro de neumonía que fue tratado con antibióticos durante cerca de siete días. A los 12 días de la tragedia, el bebé salió del centro asistencial junto con su padre.
Pese que padre e hijo sobrevivieron, no ocurrió lo mismo con Andrey Fabián, de cinco años, quien fue hallado sin vida cerca de 20 kilómetros abajo del sitio de la avalancha, el 29 de febrero de 2020. Por su parte, Ingrid Hernández, madre de los niños, fue encontrada cerca al río de Oro de Girón en mayo de 2020. No obstante, de quien aún no se tiene noticias es de Tatiana, la pequeña de tres años que aún no ha sido localizada.
Actualmente, Dilan vive con su abuela, su papá y su tía en un apartamento propio que le ayudó a gestionar la Alcaldía de Piedecuesta.
La recuperación de la movilidad
Para el caso de la vía Curos – Málaga, se registró perdida de banca en el kilómetro 118+900. Allí, la Oficina de Gestión del Riesgo de Santander, en colaboración con el Batallón de Ingenieros Militares, instalaron un puente metálico provisional para garantizar la transitabilidad hacia García Rovira.
En la vía a Bogotá se removieron cerca de 14.000 metros cúbicos de material con ayuda de cerca de 50 máquinas. Durante la primera semana de marzo de 2020 se reabrió paso para los primeros vehículos.
Autoridades, empresarios y comunidad se unieron para solicitar labores urgentes ante la incomunicación del Departamento y se logró que ministros y el entonces presidente Iván Duque viajaran a Santander y destinaran recursos para la recuperación.
Cabe recordar que los trabajos de recuperación vial y de la infraestructura afectadas se complicó con la llegada de la pandemia, también durante 2020.