Cinco vueltas le da a la batea de madera para asentar la arena. A su lado hay un colador amarillo, un saco roto en donde hay más tierra de la quebrada, un machete oxidado, un tarro de plástico negro cortado por la mitad y un filtro artesanal para decantar el oro que corre por las aguas contaminadas, con vertimientos residuales y metales pesados como mercurio.
Sentado sobre unas piedras de la quebrada La Joya, como se conoce, en la escarpa occidental de Bucaramanga, está ‘Francisco’ (nombre cambiado a petición de la fuente por su seguridad, quien repite decenas de veces estos movimientos circulares para sacar oro. A esto se le denomina barequeo, una actividad para lavar la arena en una batea o barequera para extraer oro de modo artesanal.
Vestido con una pantaloneta playera, una camiseta blanca con un estampado frontal y una gorra roja desteñida, Francisco (nombre cambiado) cuenta que en un día puede sacar gramo y medio de oro de la quebrada. Está descalzo, dice que no le da miedo la contaminación, pero sus pies son testigos de las extensas jornadas para encontrar esa ‘joya’, están llenos de cicatrices y peladuras, algunas al rojo vivo.
Las fuentes hídricas que se han identificado afectadas por actividades de minería ilegal en la escarpa de Bucaramanga son Chapinero, Dos Aguas, La Picha y Chocoa, según la Cdmb.
Un gramo de oro lo compran en $220 mil en el mercado ilegal de este metal en Bucaramanga. Así lo constató Vanguardia a través de un sondeo por varias joyerías. Mientras que un gramo en el mercado regulado y legal cuesta $242.500, según el Banco de la República.
“Lo que hacemos aquí (barrio La Joya) es algo artesanal, somos tres mineros en esta zona, pero ya en el barrio Campohermoso la vaina es más grande, allá utilizan hasta motobomba y pimpinas de químicos para desviar el cauce de la quebrada y erosionar la escarpa para sacar oro. En una sola noche o en la madrugada, pueden sacar hasta ocho gramos”, relata ‘Francisco’.
Su testimonio confirma lo que líderes comunitarios y habitantes de la Comuna 5 (García Rovira) temían: que la minería ilegal sigue avanzando en la escarpa occidental de Bucaramanga y que amenaza con erosionar más la montaña y contaminar las fuentes hídricas. Solo en ese sector, hay al menos 14 barrios y siete asentamientos.
«Queremos llamar la atención de las autoridades de la gravedad que se presenta en la escarpa de los barrios de nuestra comuna. Con pruebas fehacientes, como fotografías y visitas al lugar, está demostrado que le están haciendo daño a la montaña y, Dios no lo quiera, aquí podría ocurrir un gran deslizamiento que pondría en peligro la vida de muchas personas.» Jorge Eliécer Gamboa, edil de la Comuna 5
Los huecos en la escarpa
El olor nauseabundo de la quebrada por cuenta de los vertimientos de aguas residuales sin tratamiento no es impedimento para que ‘Francisco’ trabaje desde 7:00 de la mañana hasta 3:00 de la tarde, de lunes a sábado. “Aquí me he encontrado incluso anillos y dientes de oro”.
Para llegar a ese punto hay que partir del parque principal del barrio La Joya, caminar hasta los asentamientos Pantano 1 y 2, y bajar unos 75 metros. Ahí llegaron por lo menos 15 líderes comunales para verificar una denuncia de minería ilegal en la escarpa registrada desde un dron. La magnitud los asombró: tres grandes baches o huecos en la escarpa, erosionados por la mano humana en búsqueda de oro.
“Desde los años 70 ya se sacaba oro en esta zona de la ciudad, era artesanal, luego pasó a Campohermoso con palas, bateas y azogue. Pero ahora eso creció y están utilizando maquinaria industrial y químicos. Una sola pimpina cuesta hasta $120 millones. Uno deduce entonces que son ballenas, es decir, gente con poder y plata que patrocinan el negocio ilegal, incluso algunos son líderes de bandas de microtráfico”, cuenta uno de los fundadores del barrio La Joya, que por seguridad se reserva su nombre.
Esto lo califica como “un problema grave” porque se ha aumentado la contaminación ambiental que termina en el río de Oro, luego pasa al río Lebrija, que desemboca en el Magdalena. “Esto era hermoso, aquí hacíamos hasta asados hace 40 años, ahora esto huele a picho”.
Agrega que desde finales del 2022 se incrementó la preocupación entre los líderes comunitarios por la presencia de más personas en las quebradas sacando oro en Campohermoso. Unos 14 meses después, la afectación ya se nota en la escarpa occidental. “Detrás de esto hay gente dura de plata que le paga el diario a estas personas, se quedan con la mejor ganancia y no les importa el daño que nos dejan a nosotros”.
Otro miembro de la junta de acción comunal de La Joya, quien acompañó el recorrido por la escarpa hace una semana, confirma que hay un secreto a voces en Bucaramanga: ya hay grupos de trabajo que tienen maquinaria pesada para poder sacar oro, “si tienen para comprar ese tipo de máquinas, también tienen para poderlas cuidar y no dejarse quitar el negocio”.
El sonido de la quebrada acompaña el fin de la jornada de ‘Francisco’, quien guarda algunos elementos de trabajo y revela que son más o menos 30 personas quienes sacan oro entre los límites de la finca de don Félix, en La Joya, y las inmediaciones de la escarpa en Campohermoso.
“Se llaman ‘Los Charteños’, creo que es porque la mayoría vienen de Charta o de la provincia de Soto Norte, que ya conocen la minería, algunos viven por la zona de Chimitá (entre los límites entre Girón y Bucaramanga). Esa gente sí madruga, arrancan a las 3:00 de la madrugada y van hasta las 11:00 de la mañana. Lo hacen para que no los capturen”, relata este minero.
Esto es muy grave. Lo que se está demostrando con nuestro reclamo es, de manera precisa, la imprudencia que están cometiendo las personas que insisten en buscar oro en estas laderas. Además, hay que pensar del tema del ecosistema. Yo les pregunto: ¿si aquí hay un derrumbe masivo, quién va a responder por las vidas del vecindario? Luis Torres, líder cívico del barrio La Joya.
Operativos y capturas
Para frenar esta actividad ilegal, en diálogo con Vanguardia, la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (Cdmb) detalla que, en el 2022, se realizaron 28 operativos y 80 capturas; y en el 2023, fueron 12 operativos y 39 capturados.
Por ejemplo, el 16 de marzo de 2022 ejecutaron un operativo en el barrio La Joya, en el sector de la escarpa, en donde se realizaron 11 capturas en flagrancia y se encontraron casos de reincidencia en esta actividad ilegal. Luego en mayo de ese año, capturaron a seis personas en los sectores de El Cable, la escarpa y La Joya. Después, entre el 12 y 13 de septiembre se adelantaron operativos en el barrio Campohermoso, sector quebrada la Rosita y Puente Nariño.
Para el 30 de noviembre, en zona de escarpa capturaron a dos ciudadanos por minería, situación que se repitió el 19 de diciembre en Campohermoso, cerca del puente La Novena, en donde arrestaron a un ciudadano. Por su parte, para 2023, entre los días 16 y 20 de enero, la Cdmb hizo varios operativos en los que detuvieron a 14 personas en Campohermoso, Bavaria – Hacienda Río de Oro. También entre marzo y abril, en ese mismo barrio, capturaron a 15 personas por minería ilegal en el área de jurisdicción de la Cdmb.
“Estos operativos se dieron gracias al apoyo y colaboración de la Policía Nacional, especialmente a los grupos Gupae y Carabineros de la Mebuc… Hacemos un llamado a los mandatarios locales del área metropolitana para que se intensifiquen los controles policiales y pie de fuerza en la zona, lo cual permitirá que en conjunto podamos desarrollar operaciones y así debilitar a las organizaciones criminales que se dedican a la minería ilegal”, señala la autoridad ambiental.
A renglón seguido, la entidad invita a las comunidades y barrios a denunciar para montar una barrera social a estas prácticas ilegales, “esto acompañado de educación y conciencia ambiental, más la generación de condiciones socioeconómicas para el cambio de actividad de estas personas que realizan estas prácticas”.
Sin embargo, Esmer Rojas, de la Junta de Acción Comunal de La Joya, cuestiona los controles de la Cdmb por sus demoras y presuntas negligencias. Por ejemplo, en el segundo semestre del 2022, él interpuso una denuncia por minería ilegal en la escarpa, de la que no obtuvo respuesta positiva por la autoridad ambiental. Y cuando insistió nuevamente, lo remitieron a la Policía ambiental en marzo del 2023.
“La expansión de la minería ilegal se hizo pública hace año y medio cuando un trabajador, quien laboraba en la pantalla de anclaje de Campohermoso, avistó a varias personas sacando oro con maquinaria y los escuchó en la zona de escarpa. Él tomó las fotos y me las envió. Así conocimos por primera vez lo que estaba pasando”, puntualiza Rojas.
La Cdmb le confirma a Vanguardia que sí hay minería ilegal en sus predios, pero que solo le han hecho seguimiento a los legalmente constituidos. “Sobre la ilegalidad, la manejamos con denuncia y el grupo élite de reacción inmediata ambiental… La única forma rápida de controlar directamente es militarizando porque la extensión es grande. Pero aquí sirve es la articulación de todos los entes de control y de ordenamiento territorial, la Alcaldía, la Fiscalía Ambiental y la Policía, con apoyo de la Cdmb y la comunidad, con mesas de trabajo”, indica la corporación.
La escarpa occidental de Bucaramanga está conformada por aproximadamente 2.100 hectáreas, de las cuales la Cdmb ha adquirido cerca de 1.300 para dedicarlas a la preservación y conservación ambiental.
Es fundamental crear conciencia y entender la gran importancia de preservar la escarpa de la meseta de Bucaramanga. Aquí lo que está en juego no es solo el reclamo de una comunidad, el peligro latente es que se pueda desestabilizar la montaña y que en ese momento se derrumben nuestras viviendas. Esmer Rojas, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio La Joya.
El relato de Francisco y el mercurio
En diciembre del 2022, Vanguardia reveló en una investigación cómo la devastadora minería ilegal de oro ya estaba en Bucaramanga. Esto lo confirmó en febrero de este año Larry Sánchez, edil de la Comuna 5 de Bucaramanga, quien denuncia en sus redes sociales cómo la minería ilegal está amenazando la escarpa.
Sánchez, con videos y fotos, ha hecho público este secreto a voces de personas que bajan a la escarpa para buscar oro, por lo que asegura que la creciente actividad de minería ilegal en esa zona representa una amenaza para esta área natural, protegida por el distrito regional de manejo integrado (Drmi), catalogado como zona de protección.
Según el edil, los habitantes de estos barrios de Bucaramanga advirtieron que la minería ilegal está provocando daños en los taludes y aumentando el riesgo de deslizamientos.
Uno de esos riesgos es la contaminación con mercurio, algo que quedó en evidencia en el recorrido de los líderes por la escarpa, cuando se encontraron con Francisco. Ese día, el minero sacó un gotero de su mochila con ese metal pesado y demostró cómo lo usa cada vez que necesita compactar o recoger el oro para que pese más gramos. Sin escrúpulos, se echó un par de gotas en su mano derecha y las mostró. No le da miedo que el mercurio toque su piel o sufrir una intoxicación, asegura que ya perdió ese temor.
‘Francisco’ cuenta que luego lo quema en la quebrada o en su casa para obtener esa amalgama del metal. “Ese humo de la quema es el peligroso o lo que cae en la quebrada. Un tarrito de mercurio, como los de muestras de lociones, cuesta $30 mil. Lo venden en el mercado o en las joyerías de Bucaramanga, pero todo es bajo reserva, eso no se lo dan a cualquiera, a mí me lo venden porque soy conocido”, narra el hombre, mientras sacaba de su mochila dos servilletas, una con 3,2 gramos de oro puro de 24 kilates y otra con oro mezclado con mercurio para fundir en una cuchara.
30.000 litros de agua potable pueden ser contaminado por una gota de mercurio.
“Uno puede sacar hasta dos gramos al día cuando llueve mucho para el páramo o en Bucaramanga. En tiempo seco es menos, como medio gramo”, agrega finalmente, para luego cerrar el saco rato, lavar el filtro y guardar el mercurio.
«Nosotros somos conscientes de que debemos unirnos para exigirles a las autoridades locales una mayor presencia en nuestros barrios. La escarpa occidental debe estar protegida por temas de manejo integral de la erosión y, desde ningún punto de vista, se le puede hacer daño para entregársela a la minería pirata que se evidencia desde hace varios años.», Henry Anaya, miembro de la Junta Administradora Local.
El daño, 14 meses después
Ante los futuros impactos de contaminación y erosión, el edil Sánchez les solicita a las autoridades civiles y ambientales tomar medidas urgentes para detener esta actividad ilícita y proteger la escarpa occidental, que no solo es un importante ecosistema, sino también un elemento fundamental para la protección de las comunidades de esa zona de la ciudad.
“La falta de acción por las autoridades podría tener consecuencias devastadoras, poniendo en riesgo la integridad de las escarpas y amenazando con extender los daños”, advierte Sánchez, mientras señala cómo la erosión está por llegar a los límites de las pantallas de protección en los taludes de La Joya y Don Bosco. “Recuerdo cómo la montaña solía bordear la quebrada, pero la práctica insensata de la minería ilegal la ha desgarrado”.
Otro testimonio de un habitante que recogió esta redacción, quien reservó su nombre, asevera: “Si realmente están extrayendo oro, preocupa la estabilización del talud de estos barrios. Tal vez no se vea reflejado de forma inmediata, pero a futuro, si siguen impactando la montaña, puede peligrar la estabilidad de nuestro barrio por la remoción de masas…”.
El edil Sánchez cuenta que tras mostrar las fotos y videos de la denuncia se ha enterado de más datos, incluso algunos le han llegado a sus redes sociales. Por ejemplo, “una señora me dijo que escuchaba por las madrugadas el sonido de maquinaria, de golpes secos y de pequeños deslizamientos”.
Esto coincide como el testimonio de ‘Francisco’, quien asevera que en la escarpa se da el juego ‘del gato y el ratón’, es decir, las autoridades persiguiendo los mineros porque utilizan motobombas para desviar quebradas y erosionar la escarpa, así como el mercurio para manejar el oro.
“Entre 20 y 30 personas trabajan por Campohermoso. Ellos usan la motobomba para tumbar la escarpa, luego ponen la manguera o el chorro, para que el barranco caiga más arriba o caiga en el molino, que es un desvío del agua”, relata este minero.
Ante este crítico panorama, al edil Sánchez le preocupa que la Alcaldía, la Cdmb y los órganos de control “se queden con los brazos cruzados” y no apliquen el control para frenar la minería ilegal en la escarpa occidental, o que “se queden viendo cómo se erosiona día tras día la montaña, cómo aumenta más esa actividad a gran escala y se contaminen más las quebradas”.
La alarma crece al observar cómo la escarpa se desmorona, debilita la montaña y pone en riesgo a esta comunidad. “Aunque se realizaron algunas capturas el 2 de febrero y se enviaron tres carabineros el 12 de febrero, las autoridades como la Cdmb y la Secretaría de Salud y Medio Ambiente han ignorado nuestras llamadas de auxilio”, alerta Sánchez.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente precisa que “una vez está en la tierra, el mercurio cambia su forma química, principalmente a través del metabolismo de bacterias u otros microbios, y se convierte en metilmercurio, la forma más peligrosa para la salud del ser humano y del medio ambiente”.
¿Qué dice el Ministerio de Ambiente?
Vanguardia conversó con la viceministra de Ambiente, Tatiana Roa, quien tocó puntos álgidos como la minería ilegal. Para ella es preocupante que esta minería esté en la ciudad porque, además, se hace en un área protegida y profundamente sensible.
“Recuerdo mucho cómo en los años 70 se daban permanentemente deslizamientos por la erosión en esa zona, que es una formación geológica reciente que tiende fácilmente a erosionarse”.
Entonces, según la funcionaria, la minería ilegal no solamente genera contaminación, sino que provoca una aceleración de la erosión, que se trabajó con muchos esfuerzos para frenarla en las escarpas del occidente.
“Tomamos atenta nota de esa situación para mirar cómo acompañamos y vemos qué tipo de acciones se pueden tomar en esa zona de la ciudad, que es un tema bastante importante y preocupante”, dijo la alta funcionaria.
Impactos en el ecosistema
Al recorrido por la escarpa se sumó el Juan Osma, ingeniero ambiental y de saneamiento, quien identifica tres impactos ambientales significativos por actividad de minería ilegal.
“El primero es la erosión y la desertificación, producto de la pérdida de la cobertura vegetal causada por motobombas, acción de los trabajadores de la minería y el desvío del cauce de la quebrada para socavar la montaña, que ya va perdiendo el suelo y el subsuelo”.
El segundo impacto es la contaminación de agua superficial y subterránea, porque la minería ilegal usa diferentes metales pesados y químicos, para la separación del oro, que son altamente contaminantes y bioacumulables en diferentes recursos, principalmente en el agua, pero también afectando el suelo y la flora.
El tercer impacto es la extinción de fauna acuática, “que prácticamente está muerta”. Esta fauna interactúa con el ecosistema y, por ende, al no haber diversidad del ecosistema, esta tiende a morir.
“Esto trae consecuencias como la pérdida de cobertura vegetal, aumento de la temperatura, incremento de gases que se emiten a la atmósfera producto de la evaporación de los diferentes insumos o de las mismas aguas contaminadas y mayores riesgos de enfermedades por la interacción con ese ecosistema contaminado”, explica el ingeniero.
El mercurio se utiliza en la minería para separar el metal de la piedra extraída. Este elemento químico se adhiere al oro, formando una amalgama. Según los expertos en salud, este es el uso más contaminante que se le puede dar a este metal pesado. Se presume que no siempre el mercurio utilizado en este proceso se recicla, así que esta sustancia puede quedar en la superficie del agua o llegar hasta los sedimentos.
A Osma también le resulta preocupante, además de la minería ilegal, la contaminación de la escarpa occidental por una mala planeación municipal, producto del crecimiento de la urbanización, que genera vertimientos domiciliarios e industriales que caen en las quebradas de la escarpa.
“Esta fuente hídrica viene altamente contaminada con materia orgánica y residuos industriales, además no tenemos una caracterización para conocer su procedencia. A esto se suma la minería ilegal. Esta combinación o reacción de la descomposición de esta materia orgánica produce pérdida de cobertura vegetal, erosión y desertificación, lo que les permite fácilmente acceder a los minerales que ellos quieren extraer de la tierra”, aclara Osma.
Por eso, una primera acción a corto plazo, además de los controles ambientales, es la canalización de estas quebradas y mejorar la red alcantarillado. “Lo más grave, Bucaramanga no cuenta con plantas de tratamiento de aguas residuales para recuperar estas fuentes hídricas aguas abajo”.
A esta situación que ocurre en Bucaramanga se suma una crisis ambiental que se registra en el área de influencia del Páramo de Santurbán. En los últimos años, unas 400 personas, coordinadas por mafias, entre locales y foráneos, extraen oro en las 280 hectáreas que le correspondía explorar a la multinacional canadiense Eco Oro. En la actualidad esta área, abandonada a su suerte por el Estado tras la salida de la compañía, carece de presencia permanente de las autoridades.