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Isabel Mejía, la ‘hija del campo’ que encontró en el Mercado Campesino de Real de Minas, una gran oportunidad

El mercado campesino reúne semanalmente a más de 700 campesinos que llegan desde diferentes municipios y veredas de Santander y Norte de Santander.

De lunes a viernes, Isabel Mejía Muñoz se levanta a las 4:00 madrugada para preparar el desayuno e irse directo a los cultivos de su finca.


Madre de cinco hijos y miembro del Mercado Campesino de Bucaramanga hace 30 años, tiene como principal sustento económico la venta del limón, la guanábana y la papaya que ella misma siembra.


La sangre campesina corre por sus venas debido a que sus padres, Luis Eduardo Mejía y Carmen Rosa Muñoz vivieron de las fructíferas tierras de Molagavita.


”Todo lo que vendo en mi puesto es resultado de la finca que nos heredó mi padre” cuenta Isabel.


Dicha herencia ubicada en la vereda que ella nació y creció, La Aguda en Girón, es territorio ideal para cítricos. Además con años de trabajo y ahorro, se hizo con un segundo terruño preciado ubicado en Rionegro.


Entre finca y finca, pasa la semana hasta que el viernes en la tarde se dispone a despachar 200 o 300 kilos de su mejor selección de frutas para llevarlas al lugar donde ni el sol puede quitarle lo fresco a los productos del ‘Mercado de Real de Minas’.


Isabel Mejía es una de las cientos de personas como las que trabajan en el Mercado Campesino de Bucaramanga, Asomercade, ubicado en la diagonal 15 #51-60 entre Real de Minas y el puente El Bueno.


A pesar de que la plaza está abierta solo los sábados y domingos, padres, madres e hijos llegan un día antes con sus camiones repletos de frutas y verduras cosechados en sus propias fincas.


Tal es el caso de una de la hijas de la comerciante de 54 años, quien al ver el ejemplo de su mamá, decidió ponerse manos a la obra y ahora aporta la piña al negocio familiar.


Isabel Cristina Cadena Mejía creció en medio de los pasillos del mercado junto a sus cuatro hermanos, antes ayudaba con la venta y en la actualidad trae buen surtido desde Villavicencio.
Como diría su señora madre:”Todos saben de esto porque alguna vez les tocó ayudar en la plaza, no sólo hijos sino también cada uno de los nietos. Hoy me ayudan Cristina y su hijo”.


Además de los vibrantes colores de la fruta, en el puesto al pie de la entrada también se puede ver a una familia haciendo lo que lleva en los genes.

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