El oficio artesano de ‘la capital nacional de la piña’ brillaba por su poca participación. Hasta que ‘la profe’ Deicy Ardila se convirtió en la mamá de 30 campesinos que se iniciaron en el arte de la bisutería, tejido y pintura.
Las lecciones tuvieron como salón inicial la finca de Nelly Galvis Porras. Dentro del recinto 40 personas dejaban flotar su imaginación para materializar coloridos aretes, collares, pulseras y llaveros.
Lo que inició como un modesto taller, con el paso del tiempo evolucionó a tal punto de convertirse en la Asociación de Artesanos y Agricultores de Lebrija el 20 de febrero de 2020.
Con 52 asociados, este grupo es la viva representación de la identidad cultural de todo el municipio. Brindándole a su población rural la llave capaz de abrir una nueva oferta de productos hechos a mano que contarán la historia del municipio agrícola.
Fibra de piña: única y autóctona
En medio del proceso de enseñanza, en la asociación llegó una idea ambiciosa que ya tienen forma de bolsos y que apunta a ser referente nacional: la fibra de piña.
Esta habita en la hoja de la dulce fruta. Eso sí, se necesitan alrededor de 1.500 hojas, con un peso total de 50 kilos, para obtener una libra de esta fibra.
Aunque se necesita de gran cantidad, goza de una textura mucho más suave que el hilo de fique, con el que comparten un proceso casi que igual, sino que varía las cantidades que se utilizan en la máquina encargada de triturar la materia prima.
De hecho, la máquina con la que se producen los hilos de piña es única en su especie, luego de que Ardila y su esposo se reunieron con diversos ‘fiqueros’ de Curití y encontraron que las hojas de esta fruta necesitaban una medida especial a la hora de ser procesadas.
A pesar de su complejidad, en la fibra de piña y las manos de las mujeres lebrijenses hay una industria que, con 5 años de crecimiento, está destinada a logros tan grandes como su creatividad.
Ellas sí es una maestra del color
Ruth Celis es una artista empírica que encuentra placer en plasmar sus ideas en obras de arte. Se atreve a pintar en cualquier tipo de superficie, desde el lienzo con óleo hasta pequeñas tejas, las cuales llena con diseños personalizados. De hecho, ha colmado de color la galería, donde se pueden encontrar sus obras en PiñArte. Ahora, ha decidido embarcarse en un nuevo desafío al crear un mural con vinilo acrílico en la fachada del recinto, en tan solo un día su progreso es de envidiar. Prácticamente pinta en cualquier lugar y con gran habilidad.
Una especialista de la mostacilla y el delica miyuki
Nelly Galvis Porras es una especialista en el manejo de accesorios con delica Miyuki y mostacillas. Su línea de trabajo se enfoca en flores de todas las formas y colores, además de realizar frutas e incluso animales. A ella le toma tan solo 6 horas crear un par de aretes, ideales para conquistar el corazón de cualquier ser querido. Además del cristal japonés, también utiliza fibra de piña en el tejido de ciertos accesorios. A sus 42 años, se dejó cautivar por el arte y lleva 5 años aprendiendo destreza tras destreza. Actualmente también es la secretaria de la Asociación.
La más tesa de San Nicolás Bajo
Lizeth Rincón, es una artesana que gracias a su dedicación y esfuerzo ha podido hacerle frente a una parálisis cerebral, gracias a la enseñanza del arte del tejido y la bisutería descubrió su vocación artística. Aunque se solía decir que su motricidad fina era nula, ella se sintió capaz de crear desde cero. Su historia demuestra que no hay límites cuando se persiguen los sueños con determinación, ya que los productos que ha realizado con sus propias manos han viajado por toda la ciudad y hasta el país. Recientemente se está puliendo en el manejo del telar y la fibra de piña. Se le da muy bien.
