Con 60 años de experiencia culinaria, Luigi de Rosa es el italiano que ha maravillado el paladar de los bumangueses.
Hoy en día Gino, como es conocido cariñosamente por sus amigos y comensales, puede relatar con la característica gestualidad italiana cómo superó un proceso de cáncer en la tráquea para poder volver a taller de arte: la cocina.
Legado familiar
El amor por la gastronomía nació el mismo día que su vida comenzó, un 18 de mayo de 1949, ya que su padre, Alfonso de Rosa le enseñó el amor y respeto por la comida desde el día 1.
En Via Quadria de la ciudad de Vicenza, al norte de Italia, el horno de leña y ladrillos refractarios de la pizzería de su padre, fue el lugar donde Luigi decidió cuál sería su ‘mestieri’ (oficio en italiano).
Él relata que sus hermanos y primos siempre han sido de administrar restaurantes, de hecho comenta que: “mi primo tiene un negocio en Florencia que consta de 4 sillas y todo el año se la pasa reservado. Porque en nuestro país no es cuestión de atender masivamente sino de saber disfrutar la experiencia de comer”.
El tercero de cuatro hermanos, logró administrar más de 30 restaurantes a lo largo del país con forma de bota. Pero, definitivamente la sazón que lo caracteriza es la napolitana, la cual define el chef como: ”comida de nona, porque es bastante sin dejar de ser muy rica. Del mismo modo cocinan acá las nonas colombianas”.
El amor al otro lado del charco
En 2010, el italiano se dejó robar el corazón por una santandereana. Tras un viaje de negocios a Colombia, de Rosa se reunió con un socio español en Bucaramanga.
La idea era montar un restaurante gourmet en la ciudad bonita, sin embargo, dicho socio se sentía inseguro debido a que “los santandereanos sólo le gusta comer carne y yuca”.
A pesar de la desconfianza, el oriundo de Benevento se arriesgó a dos cosas: entregarle su corazón a Análida Villamizar y conquistar a la familia de su amor mediante una buena cena.
“Como si fuera una cena preparada por una nona de Nápoles, preparé pasta de la manera más tradicional posible. A todos les encantó” relata el chef de 74 años.
El rincón más italiano de Cabecera
Tras recibir la sublime aprobación de la familia Villamizar y empezar una relación sentimental con Análida, la pareja decidió abrir su primer restaurante en tierras comuneras.
El amplio local de dos plantas, ubicado en la calle 44 con carrera 33, abrió sus puertas a mediados de 2014.
La parte comercial era la especialidad de Análida y la cocina junto con la atención era dirigida por Gino, quien ya era toda una celebridad en ‘la bonita’. Esto debido a que distintos doctores, docentes universitarios, periodistas, artistas, etc. vivían enamorados de la auténtica sazón napolitana. Aún así el mayor principio de su comida era “ofrecer un plato que satisficiera a los que amaban degustar y no por eso, los precios debían estar por las nubes”.
Tiempos de renacer
Aunque el restaurante era una sensación, en mayo de 2019, otro cambio en el Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad , los obligó a cerrar las puertas del pequeño rincón del sur de Nápoles de la comuna 12.
A esto se sumó una complicación en las cuerdas vocales de Luigi, que se convirtió en un diagnóstico de cáncer de tráquea en la navidad del 2021.
Para marzo de 2022, con traqueotomía de por medio y 30 kilos de peso menos, el entusiasta chef no veía la hora de regresar a Colombia.
Ya en 2024, aprovecha cada fin de semana para comer mute o cabrito y embobar a sus clientes no sólo con su comida sino también con sus relatos a base de gestos, pero contados desde el corazón.