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Conozca la tienda de don Pablo en Ciudad Valencia, Floridablanca

El 22 de agosto de 1968 desembarcó en Colombia el viaje apostólico de Pablo VI y en Mogotes, Georgina Corzo dio a luz a su sexto hijo. Como respuesta a tal coincidencia de fechas, doña Georgina decidió que el nombre de su hijo recién nacido sería Juan Pablo.

Juan Pablo Pinto es uno de los vecinos con más tiempo de residencia en el barrio Ciudad Valencia de Floridablanca. Distintos compañeros de aventuras de antaño lo definen como un auténtico loco que solía salir con cuanta idea particular. Como lo relata César Jaimes, antiguo residente de Valencia: “cuando se sentía un olor a caucho quemado en los alrededores de la calles del barrio, ya sabíamos que era obra de ‘Pablo Paletas’”. 

Su apodo proviene de sus dos dientes frontales que solían asemejarse a dos prominentes paletas. Además de su astucia para ciertas pilatunas, con el tiempo y el ejemplo de ciertos familiares, Pablo desarrolló un carácter sensato que lo llevó a tomar la decisión más importantes de sus vida: retirarse de la universidad para dedicarse a su hija Lesly. 

Lesly Natalia Pinto, de 26 años, es la única hija mujer de este tocayo del Papa italiano. Esta profesional del programa de instrumentación quirúrgica de la Universidad de Santander es el mayor orgullo de su padre quien desde un inicio la tuvo clara: “Dejé mi puesto en la parabólica porque no tenía sentido estar trabajando y que otra persona criara mis hijos. Por eso llegó un momento que le manifesté a mi esposa que no seguiría trabajándole a otro”. 

Dicho y hecho, el 1 de diciembre de 2002, el que era el garaje de herramientas de don Pedro Vicente Pinto se convirtió en la tienda en la que Juan Pablo, el tendero, acumularía más de 20 años de labores, risas y anécdotas. 

Kiara y Lupe son las dos guardianas caninas que custodian la tienda junto a Juan Pablo. / FOTO FELIPE JAIMES LAGOS.

No cabe duda que este tendero tiene como prioridad a su familia, la cual no es precisamente poco ya que cuenta con 10 hermanos, 35 sobrinos, 4 hijos, 3 nietos y 2 fieles guardianas perrunas. Si le parece poca familia, hay que agregarle algunos familiares que no figuran con el apellido, pero que tiene hijos innegables como lo son el abuelo materno de don Juan Pablo, ‘Pacho’ Giorgi, propietario del antiguo Laboratorio León y de ascendencia italiana. 

Las coincidencias de la vida han hecho que su nombre, procedente de un italiano, sea la manera de conectar con las facetas más duras de su vida: su salud y la cirugía con el doctor Juan Pablo. En noviembre de 2022, comenzaron las visitas recurrentes con el urólogo, gastroenterólogo y finalmente el oncólogo.

 Lo que empezó como unos fuertes dolores en la zona lumbar, escaló a un diagnóstico de cálculos renales y sorprendió a los cirujanos al tratarse verdaderamente de un tumor alojado en el riñón, del cual se percataron en el propio procedimiento quirúrgico. No sólo el riñón estaba comprometido sino también un segmento de la vena cava la cual transporta la sangre de otras partes del cuerpo al corazón. 

En la familia Pinto Corzo siempre hubo una consigna clara: “usted debe ser feliz trabajando, era que nuestro papá nos demostraba porque hasta 80 y pico trabajó conduciendo camiones” cuenta Pinto. FOTOS: FELIPE JAIMES LAGOS

Aquel procedimiento que se realizó en enero de 2023 fue el diagnóstico de un cáncer de riñón que pondría a prueba la resistencia de este tendero hijo de Mogotes. En junio de 2023, el doctor tocayo realizará un triple procedimiento para extraer el riñón afectado junto al fragmento comprometido de la vena cava e insertar el injerto que se alojaría en reemplazo de este fragmento.  La operación fue todo un éxito, el cuerpo de Juan Pablo demostró con creces su resistencia y después de 3 días en UCI junto con varios exámenes. 

El diagnóstico fue alentador pero desembocó un tratamiento preventivo de 30 sesiones de quimioterapias cada 21 días, las cuales ha afrontado juiciosamente hasta el sol de hoy. 

Las citas, exámenes, medicinas, procedimientos y las inyecciones químicas de 14 millones de pesos cada una, son financiadas gracias a la tienda Juan Pablo y el hecho de que pueda cotizar salud y pensión debido a su oficio de tendero. 

A sus 55 años, don Pablo cuenta con una cicatriz de 30 centímetros entre el ombligo y el pecho, la cual le recuerda que tan vivo está.

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