El gremio de las confecciones de Santander anunció este 7 de diciembre la despedida de la empresa de moda más antigua del departamento.
Se trata de Confecciones El Nogal, quienes cierran un ciclo laboral. «Esta empresa destacada de nuestra región es como ejemplo de formalidad. Prendas santandereanas qué se vistieron en el país y el exterior», señaló el gremio en un comunicado.
Josué y Bernarda Cáceres Bermúdez fundaron el 20 de enero de 1950 esta empresa e hicieron realidad este sueño que nació en la carrera 25 #40A-40, por el sector del puente de la cochera. Luego a mediados de los 70 se trasladaron a Floridablanca, su fábrica está ubicada en el barrio Niza.
«Le agradecemos a Confecciones El Nogal por 72 años de historia, miles de personas trabajaron en este lugar, decenas de empresas nacieron de este semillero. Gracias a su gerente, Fabio Cáceres Calderón, miembro de junta directiva de la Cámara Colombiana de la Confección Capítulo Santander».
Entre las razones del cierre está la falta de mano de obra y el retiro del personal que por años laboró en el sector de moda y confecciones.
“Por otro lado también tenemos muchos problemas con la materia prima, se consiguen las telas, pero le incumplen a uno, ya no se consigue gran variedad de cierres, botones, hilos. Lástima con nuestra clientela que se ha extrañado”, indicó Fabio Cáceres, gerente de la empresa más antigua de moda y confecciones de la región.
Hay que recordar de nuevo que Nogaltex y su marca El Nogal nacieron en Bucaramanga en 1950.
Hay quienes se atreven a asegurar que Confecciones El Nogal vestía a casi la mitad de los trabajadores colombianos.
Historia de la empresa
La afirmación que parece exagerada no lo era en la década de los 60 cuando esta empresa era una de las más reconocidas del país en la fabricación de todo tipo de dotación de prendas para empresas.
Inclusive llegó a tener una planta en la que generaba 178 empleos directos.
En su trayectoria ha generado trabajo y orgullo para casi tres generaciones que se desprendieron de la familia Cáceres Bermúdez, especialmente de los hermanos Josué y Bernarda, y hasta la última pinzada de hoy se mantiene como una empresa netamente familiar.
Este ambiente también se mantuvo entre sus trabajadores, ya que su Gerencia asegura que la planta de empleados valoró el trabajo costura por costura.
En su infraestructura parece que el tiempo se hubiera quedado intacto. Con cada crisis se va llenando la historia de esta familia de empresarios de la confección que han luchado contra viento y marea en los últimos años para que el contrabando y la informalidad del sector no terminen ahogando El Nogal.
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La empresa fue jalonada por Josué Cáceres, quien hoy es recordado por sus hijos como un padre ejemplar, visionario en los negocios, buen viajero, pero mal administrador, según cuentan.
“Él confiaba mucho de los empleados y socios. Al principio el negocio era altamente rentable, no estaba tan contaminado por el contrabando y los productos chinos, pero las ganancias no reflejaban eso, lo terminaban estafando sus mismos colaboradores por buena gente”, aseguró en el 2011 Fabio Cáceres, uno de los hijos mayores, quien es socio de la empresa.
Don Josué comenzó en el mercado de las confecciones infantiles junto a su hermana Bernarda en el garaje de su casa. Ella cosía y creaba ropa para niño. Él, como siempre se había destacado por su don de comerciante, era el que se encargaba de la comercialización.
Esta tarea la compartía con sus ocupaciones cuando trabajaba para otra reconocida empresa de la época: El Roble.
Era el encargado de visitar los clientes por todas las ciudades vendiendo la ropa que El Roble confeccionaba, sin embargo, a su maleta le empezó a añadir las prendas que su hermana fabricaba, y que aprovechaba también para ofrecer a sus clientes.
No obstante, no demoró es ser sorprendido vendiendo los dos productos.
“A él le habían ofrecido que vendiera la línea infantil a la otra empresa, pero prefirió dedicarle todo su empeño a sacar una empresa adelante con su hermana. Y así empezaron, con uno, dos y hasta cuatro almacenes que alcanzaron a tener en Bucaramanga”, dijo Fabio.
Esta empresa empezó a ser conocida como Childrens. Entrada la década del 60 la empresa no solamente era un garaje, eran cuatro almacenes ubicados en la ciudad de Bucaramanga, la mayoría contiguos a la Plaza de Mercado Central, donde confluía la mayoría de gente, que también venía de municipios cercanos para el famoso ‘día de mercado’.
Esa expansión de locales incluyó uno en Cali. 10 años después la empresa se trasladó a la planta construida al sur de Bucaramanga y empezó a exportar sus productos e incrementa su personal contratado.
Asimismo, la empresa amplió sus líneas de producción e incluyó todo tipo de ropa para niño, mujer y hombre, además de dotación industrial, entre la que se destaca la producción dirigida al ministerio de obras públicas.
“La confección de ropa para trabajadores siempre fue un negocio descuidado, y con las normas expedidas por el gobierno, las empresas tuvieron que empezar a formalizar sus procesos, por eso a nosotros nos fue muy bien”, aseguró Fabio en su entonces.
Poco a poco y para sortear varias crisis, incluyendo paros continuos del sindicato, don Josué tuvo que recurrir a vender varios de los almacenes que tenía para capitalizar la empresa de confecciones.
Incluso parte de la empresa fue alquilada durante dos años y medio a una empresa estadounidense que se instaló en el país para hacer las primeras maquilas en Colombia, que sirvió para terminar de capitalizar la empresa.
“Luego yo me acuerdo de que vino la bonanza de las ventas a Venezuela de 1974 año en el que empezaron las exportaciones a Isla Margarita. Fueron 9 años en los que se ganó muy bien, y mi papá lo aprovechó para hacer renovación de maquinarias e inversiones en planta”, dijo Fabio.
Para la Isla se exportaban casi 20 mil prendas mensuales, una cifra que en la empresa no se volvió a ver, después que el bolívar se devaluó.
Sin embargo, pese a la gran cantidad de exportaciones a Venezuela no descuidaron el mercado nacional y seguían fuertemente posicionados.
Con el tiempo, tras la caída de las exportaciones y la fuerte competencia de empresas informales en el mercado, el negocio cambió para la empresa y se enfocó en dotaciones empresariales ajustadas a la medida.