Detrás de su uniforme del Escuadrón Móvil Antidisturbios se ‘esconde’ un hombre sencillo, pero más que eso, con vocación para servir y ayudar al prójimo.
El patrullero Diego Andrés Solano Montealegre es bumangués, tiene 35 años y nueve de ellos vinculados con la Policía Nacional.
Desde que llegó de Bogotá en el 2.013, donde laboró con las Fuerzas Disponibles, su trabajo se centró en combinar la labor social y formar parte del Esmad.
“Llevo con los temas comunitarios cinco años. Esa ayuda a la comunidad para mi es algo muy bonito. Llegar y construir sonrisas es muy gratificante para quienes reciben la ayuda y para el grupo que me acompaña”.
“Esto lo hago para dejarle un legado a mi hijo. Le recalco que a esta mundo vinimos y a trabajar por los demás”, comenta Diego, quien hace más de 60 actividades comunitarias por año.
‘Enfrentamientos’ con amor
Actividades con adultos mayores, fundaciones, habitantes de calle, recreación a niños, ayudas a felinos, son algunas de las acciones que realiza con el grupo del Esmad, siendo la institución el un ‘puente’ para esa labor social.
“Buscamos dar lo mejor con el Esmad y una ‘red de amigos’ que nos ayuda a que estas labores sociales puedan ser efectivas. En este proceso lo primero es que generamos la confianza de las personas -empresarios, comerciantes- con el compromiso de mostrar los resultados. Ellos nos hacen las donaciones, dependiendo de la labor que se efectúe y nosotros cumplimos con buscar las historias que necesitan nuestro apoyo”, comenta.
Dentro del grupo de campo siempre lo acompañan 10 compañeros, junto al Mayor, el comandante de la Móvil, Diego Rodríguez. Allí Diego comparte la información en las redes sociales y los grupos de whatsapp y las personas ayudan con mercados, dinero voluntariamente.
Recuerdos inolvidables
Momentos de alegría despiertan estas labores y así lo cuenta Diego.
“La primera ayuda fue muy bonita. Llegamos hasta la la Vereda Las Amarillas y allí, con los integrantes de sección disturbios logramos pintar un colegio. Hicimos una labor social con regalos para los niños, pintamos la cancha, los salones, le hicimos aseo, fue algo inolvidable”, dice.
Pero así como les roban sonrisas estas ayudas, también brotan tristezas al conocer historias de vida.
“La más bonita y también triste. La de joven llamado Jhonatán a quien lo apadrinamos y le brindamos servicios médicos, mercados, medicamentos en el barrio Pantano II, pero este año falleció. Fue una noticia dura para mí y todo el grupo de apoyo”, concluye.
