Cuando era niño mi mamá me decía: “hijo llegó el señor de la leche” y yo sacaba una olla para recibirla. Y tal parece que esa tradición no se termina, pues son cientos de familias en Bucaramanga que aún reciben la leche directamente de la cantina.
El responsable de esta tradición es Luis Alberto Barón Noriega, más conocido en Bucaramanga como ‘Chicharrón’.
Nació en San Vicente de Chucurí y desde hace más de 40 años vive en la Ciudad Bonita. Llegó al barrio Provenza, pero hoy en día su residencia es en el sector de La Gloria en el barrio Gaitán.
Desde muy niño se ha desempeñado en el campo y más con el tema lácteo. Aprendió a ordeñar y como lechero ya lleva toda una vida. Va de ‘puerta en puerta’ dejando la leche, todos los días y es una tradición que no quiere dejar perder.
“Aprendí todo en el campo. Trabajaba en un corregimiento llamado La Tigra, por Sabana de Torres y allá era jornalero y le ordeñaba a una empresa. Luego me vine para Bucaramanga, trabajé con Lechesan repartiendo en las tiendas y luego comencé a repartir de casa en casa, pero en cantina”, comenta.
Y es que la leche por tradición no debe faltar en cualquier hogar y eso lo tiene claro Luis Alberto, que le surte a cerca de 70 personas en la ciudad.
“Esta leche viene de Tona, de la zona del Páramo. Me levanto a las 4:00 de la mañana a recibirla de los camiones. La guardo en cuartos fríos y luego salgo a repartir con las ‘cantimploras’”, dice.
Este ‘Barón de la leche’ recorre las vías en su moto, la cual compró hace ocho años; lleva dos cantinas en su recorrido, cada una de ellas con 20 litros, pero va y recarga, y en total son 120 litros que entrega a sus clientes.
“La gente de tradición, los adultos mayores son los que más la consumen. Muchos me piden y yo con gusto se la llevo a la casa. El precio lo mantengo a pesar de lo duro que está la economía de los lácteos”, dice.
Entre $2.800 y $3.000 vente cada litro a sus clientes. Dice que sólo es hervirla, estar pendiente que no se riegue en el fogón y lista para consumir.
“Voy a muchos barrios: San Alonso, Cabecera, La Joya, San Francisco, Santander, Campo Hermoso, Ricaurte, voy a donde me llamen en Bucaramanga”.
“Continuaré vendiendo, me gusta lo que hago. Todas mañana a donde me pidan. Y en las tardes hago lácteos. Ayudo a una fábrica en el barrio Comuneros”, manifiesta.
Cuenta este hombre que su labor es bien recompensada. Utiliza sus implementos de bioseguridad y la cantinas son sus reliquias y las niñas consentidas.
“Estas jarras de acero inoxidable las tengo desde hace 40 años. Todos los días termino mi jornada y las lavo, son el implemento más valioso y debo cuidarlas”, concluye ‘Chicharrón’, apodo que desde muy pequeño lo tiene.
Este hombre seguirá de casa en casa entregando pedidos y como en mi infancia, muchos niños esperarán en la puerta para recibir al señor de la leche.