Un trapito rojo que pasa, rápidamente, de una mano a otra, y que desaparece, dejando a los espectadores sorprendidos, es el show de Nataly García, una migrante venezolana, que encontró en la magia, el truco de conseguir el dinero para sostenerse lejos de su país.
En menos de un minuto, esta maga debe impresionar a carros, motos, mulas y todos los usuarios viales que se disponen a esperar la tan anhelada luz verde, que los saca del trancón, pero que Nataly los hace olvidar por algunos segundos.
Un sombrero vietnamita, una nariz roja, un combartín que adorna su cuello y un chaleco negro, que hace contraste con su camisa larga rosa, es el traje que esta mujer ha encontrado para darle altura a su show.
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“Para mí la magia no es difícil, si uno se propone algo, lo consigue. Lo complicado son esos nervios que producen los espectadores, pararse enfrente de ellos y pensar que, ojalá les guste lo que estoy haciendo”, cuenta García.
Lo cierto es que el semáforo de la 15 con 56, se ha convertido en el telón de su obra, y ya, algunos bumangueses logran distinguirla, aunque, como por arte de magia, también visualizan a una idéntica a ella, unas cuadras más abajo.
“La gente nos confunde. Mi hermana y yo hacemos el mismo show, y usamos las mismas prendas, entonces las personas tienden a malinterpretarlos, algunos se molestan”, dice.
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Al juntarse las dos en aquel semáforo, los transeúntes les gritan: ‘las gemelas’, ellas se miran como cómplices y sonríen. Aunque tienen diferentes edades, su parecido logra dejar pensativo a cualquiera que las observe, incluso, con detenimiento.
Aprender a hacer magia
Este oficio se lo enseñó su esposo, quien estudió artes escénicas y fue maestro en un colegio del Estado de Carabobo. Ella, y su hermana se dedicaron a aprender, para poder armar un show ‘callejero’, pero con todo el talante de un circo.
El primer truco que aprendió, y del que no se despide, es el de ocultar el trapito. Aunque ya sabe desaparecer otras cosas, este es el más característico. “Lo que a mí me gusta, es sacarle una sonrisa a las personas cuando van rumbo a su trabajo”, dice Nataly.
Su enfermedad ha invadido su traje
Una bolsita y un cable que la conecta al interior de su cuerpo hacen parte, lastimosamente, de su traje de magia. Para ella, estar enferma y que las personas se enteren de ello no es algo que le guste. “Yo no quiero que las personas piensen que yo hago esto por estar enferma, yo lo hacía antes, me he parado en los semáforos todos los días, y no quiero que se minimice a esta enfermedad” , argumenta.
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Nataly fue diagnosticada con cálculos renales, sin embargo, estos requieren de una cirugía que su seguro ‘Nueva Eps’ no costeará. “Me dijeron que yo debía reunir el dinero para la operación, porque mi seguro no lo cubre”, cuenta.
Esta migrante venezolana ha encontrado en este oficio, que no imaginó, una manera de ganarse la vida, y olvidarse de las penurias por las que ha pasado.
Hace tres años, no hubiera contemplado que terminaría haciendo magia en un semáforo de Bucaramanga. Su vida en Venezuela, claramente era distinta. Su oficio era administrar una empresa: nada de trapitos rojos que desaparecen de una mano a otra.