Lo llevaban inconsciente, pálido por el líquido que había ingerido momentos antes, cuando se encontraba en su lugar de residencia en la finca El Limón de la vereda Magueyes, cerca de la vía que conduce a Matanza.
Pero el veneno habría corrido más rápido que los pies de sus seres queridos, intoxicando todo a su paso en el organismo del agricultor, quien llevado por problemas personales habría tomado la peor de las decisiones.
Momentos antes, mientras bebía la poderosa sustancia, al parecer le envió un mensaje a su hijo. Sería una especie de despedida que alertó al familiar y lo hizo acudir veloz a la finca para rescatar a su padre.
Pero arribar con prontitud para trasladarlo al centro asistencial no sirvió de nada. Al cruzar por las puertas de la unidad de Urgencias, la vida de Carlos Julio había colapsado.