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La muerte dejó su hedor en el Centro de Bucaramanga

En completa soledad, en una habitación del hotel que utilizaba con frecuencia para resguardar sus noches en Bucaramanga, ‘cayó en los brazos’ de la eternidad don Edgar Medina Fonseca sin que nadie lo notara.

Fue necesario que pasara el tiempo y su cuerpo comenzara la descomposición habitual de los difuntos, para que el fétido olor alertara sobre lo ocurrido a las personas del establecimiento ubicado en la calle 33 con carrera 20 del Centro.

Medina Fonseca, de aproximados 50 años, oriundo de Tunja llevaba cerca de dos días sin asomarse a la calle y para cuando los uniformados de la Policía así como del CTI hicieron presencia el jueves hacia las 8:00 de la noche, el hedor era penetrante.

Aquel ‘cascarón’ sin alma fue revisado en busca de alguna herida, una marca o un indicio del mal que habría obrado en su contra. Sin embargo, al final un médico habría certificado que causas naturales determinaron el destino que nos espera a todos: la muerte.

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