A Fabio Alonso Guzmán la vida no le tocó fácil. Fue un guerrero, un luchador y se ganaba el sustento diario en lo que le saliera siempre y cuando no tuviera que dejar a un lado su pasión: la música.
Cantaba y tocaba el ukelele para llegar a todos sus destinos desafiando el peligro y poniendo en riesgo su existencia. Viajaba de un lado a otro como polizón, incluso llegó hasta Perú, donde vivió casi un año y hace un mes retorno a su tierra para tramitar sus documentos de identidad, porque los había perdido en tantas travesías. Tuvo además otra razón para volver: el amor.
Por internet conoció a Adriana Patricia Soto, una barranquillera que se unió a sus ‘sueños libres de viajar’.
Ella estaba dispuesta a ‘jugársela’ con él, pero el destino les tendría una ‘mala pasada’.
Fabio Alonso murió el lunes en la tarde llegando a Bocas, en la vía a Rionegro. Fue arrollado por la mula en la que vendría de manera clandestina con su pareja. Los planes que tenían de emprender un futuro juntos en Bogotá de repente se esfumaron.
Adriana quedó desamparada, en una tierra ajena y no cuenta con recursos necesarios para regresarse a su natal Barranquilla.
En el rebusque
Fabio tenía 38 años y era oriundo de Boyacá. Además de viajar soñaba con ser un cantante famoso. “Yo le decía que se olvidara de eso, que dejara de soñar, le pedía que trabajara pero él eligió esa manera de vivir. Yo le ayudaba cuando podía, le giraba dinero. Lo regañaba para que no viviera en la calle, porque es muy duro”, manifestó Milena Fierro, la hermana quien vive en Italia y sufre desde la distancia la partida de Fabio.
Siente impotencia de no poder viajar en estos momentos para reclamar el cuerpo. Su otro familiar actualmente se encuentra enfermo, por lo que el cuerpo de Fabio permanecerá unos días más en Medicina Legal de Bucaramanga.
Una vida difícil
Desde muy niños Fabio y su hermana fueron víctimas del desplazamiento forzado. Los paramilitares los desterraron de su territorio y su padre fue asesinado.
“Mi mamá nos abandono, nos dejó con otros familiares. Nos tocó muy duro, por eso es que me duele su muerte, porque tuvo una vida muy sufrida”, comentó su inconsolable hermana, quien lo recuerda como una persona honrada quien lo único que hacía era pedir dinero para continuar su ‘aventura’ de un lugar a otro. Tenía una voz bonita y cuando las cosas no le salían bien, se deprimía. Siempre quiso encontrar algo seguro, pero tampoco le dieron la oportunidad y se acostumbró a la vida de la calle”. Fabió ‘murió en ley’.