En muy pocas palabras, cuando Fray Bartolomé Arrazola se encontraba perdido en las profundas selvas de una Guatemala virgen y ya había aceptado que su destino sería morir ahí, olvidado, un grupo de indígenas decidió acelerar el proceso y sacrificarlo. Quiso salvarse y se le ocurrió una idea: ese día habría un eclipse total de Sol, él lo sabía gracias al conocimiento de Aristóteles y creyó que con eso podría engañar a los nativos. Les dijo que, si lo mataban, haría que el sol se oscureciera. Con lo que no contaba era con que, y sin requerir de ningún Aristóteles, esos hombres que lo rodeaban, astrónomos mayas, sabían desde muchos años antes las fechas exactas de todos los eclipses solares y lunares pasados y futuros. Ese día Arrazola murió.
Ahora, siglos después, el cuento de Augusto Monterroso deja en evidencia una clave: los eclipses no son cosa nueva ni arbitraria. Se sabe, con exactitud, cuándo ocurrirán, dónde y con qué características.
En la madrugada de este viernes habrá uno lunar, el último de 2021 y el más largo de este siglo, que podrá observarse en Europa occidental, Asia oriental, América y Australia, y aquí en países como Ecuador, Venezuela, Perú, Bolivia, Chile y Colombia.
Esté atento y, si puede, ubíquese en un lugar despejado, lejos de las luces artificiales, a eso de las 3:00 de la mañana, para que vea a la Luna volverse roja, tal como la sangre de Bartolomé.
El más largo del siglo
Eclipsar es ocultar u obstruir la luz. Se conocen dos tipos de eclipses: el lunar y el solar. En este caso, el de mañana es lunar, lo que quiere decir que la Luna será la eclipsada por la Tierra y le tapará la luz del Sol.
Además, será parcial, pues la Luna no entrará por completo en la sombra de la Tierra sino que va a quedar un pequeño porcentaje destapado: en lugar de ingresar 100 %, será 97 %. Es casi total, pero no le alcanza.
Mauricio Arango, divulgador del Planetario de Medellín, explica que será el más largo del siglo pero esto, aunque suene emocionante, será solo por unos cuantos minutos de más. La duración depende de la parte por la que la luna atraviesa la sombra de la Tierra y en este caso pasará muy cerca al centro (línea eclíptica), por lo que el recorrido tomará más tiempo que si fuera solo por un borde (ver gráfico).
Para entenderlo mejor, resulta que hay dos tipos de sombra, continúa Arango, la penumbra y la umbra. La penumbra es una sombra tenue, donde todavía se pueden identificar los objetos, y la umbra es la oscuridad completa, total.
La penumbra es más amplia y dura más tiempo, pero cuando la Luna está pasando por esa zona es poco o nada lo que desde la Tierra se puede percibir. En cambio, cuando llega a la umbra, aunque es menos tiempo, es más evidente: serán 3 horas y 28 minutos. Todo el fenómeno completo durará 6 horas y 2 minutos.
Lo que usted acá en Colombia y en Antioquia podrá ver serán esas tres horas de umbra que ocurrirán, precisamente, a las 3:00 de la madrugada y que tendrán su punto máximo (y más cercano al eclipse completo) a las 4:02 a.m.
Para disfrutar de esta luna rosa, casi roja, no necesita ni de gafas ni de ningún tipo de protección visual, pues no se trata de un eclipse solar. Lo único que se aconseja es estar en un lugar despejado, lejos de las luces de la ciudad, preferiblemente al oriente pero muy alto, como arriba en algunos barrios de Manrique o en Las Palmas.
Será, entonces, un día especial, pues aunque es el segundo eclipse solar del año (el primero fue el 26 de mayo) y no será total como aquel, será el más largo desde 1441, según ha ratificado el Observatorio Holcomb de la Universidad de Butler (Indiana).
¿Lunares o solares?
Sol y Luna. Recordando que eclipsar es obstruir el paso de la luz, un eclipse solar es cuando a la Tierra no le llega la luz de esta estrella porque la Luna se atraviesa justo por delante y en medio de ambos. El lunar, en cambio, es cuando es la Luna la eclipsada. Para entenderlo mejor, imagine que está parado en la superficie de la Luna y que no puede ver el Sol porque la Tierra se ubicó justo en medio. “Lo que pasa es que la Luna y el Sol están en extremos opuestos de la Tierra”, añade Arango.
Cada uno tiene sus particularidades. El de Luna solo se puede dar cuando este satélite está completamente lleno pues debe estar opuesto al Sol y tiene solo dos fases: parcial o total (sin contar los momentos en la sombra).
El de Sol, en cambio, tiene tres etapas: parcial, total o anular. Cuando el disco solar está completamente obstruido se habla de total, parcial es cuando queda algún porcentaje por fuera y la Luna no lo alcanza a cubrir todo y anular es cuando la luna se ve más pequeña, al estar más lejos de la Tierra, y no lo tapa todo pero pasa justo por el centro, dando como resultado un anillo brillante alrededor.
Otras diferencias es que los solares sí requieren instrumentalización especializada para proteger los ojos de los rayos solares, como gafas solares, mientras que los lunares no requieren nada pero se pueden potenciar con telescopios o binoculares.
La localización y la duración también son diferentes. Mientras que el lunar puede verse desde cualquier lugar del planeta (donde esté de noche, claro), y puede durar horas, el solar es mucho más específico y alcanza un máximo de ocho minutos de duración. El 4 de diciembre, por ejemplo, habrá uno que solo se verá completo desde la Antártida, pero en un lugar no habitado y parcial en zonas como Chile, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.
Finalmente, los lunares son más frecuentes, desde dos hasta siete cada año, mientras que los solares son menos frecuentes.