La cita era en el estadio Alfonso López, el escenario donde él y una generación dorada de futbolistas santandereanos hicieron historia hace exactamente 40 años.
Llegó muy puntual, a las 10 a.m., y entró a la que fue ‘su casa’ durante mucho tiempo con su caminar pausado y con una leve ‘cojera’ que le dejaron cientos de patadas luego de una destacada carrera como jugador profesional.
Su mirada pareció detenerse cuando observó uno de los arcos, a su mente llegaron muchos recuerdos y cuando se le preguntó por aquella Selección de 1981 inmediatamente sus ojos azules se iluminaron, el pecho se inflo de orgullo y remató con la sutileza de cuando definía ante la salida del portero la frase: “esa Selección fue algo increíble”.
En un abrir y cerrar de ojos los recuerdos de Alfredo ‘El Pirata’ Ferrer se trasladaron a aquella noche del sábado 26 de septiembre de 1981 cuando él y otros tantos héroes, comandados técnicamente por el entrenador Alberto ‘El Coco’ Forero, le entregaron a Santander el único título en el Campeonato Nacional Juvenil de Fútbol, en un estadio Alfonso López colmado de aficionados que ante los malos resultados de su amado Atlético Bucaramanga, se volcaron con alma, vida y corazón hacia un grupo de muchachos que les brindó, no solo fútbol del bueno, sino la mayor alegría.
‘El Pirata’ fue el máximo artillero del certamen con 31 tantos, récord aún vigente, y lideró junto a hombres como Óscar Muñoz, José Luis García, Óscar Arenas, Aníbal Méndez, Domingo Alarcón, y Adolfo León Holguín, entre otros, una campaña en la que todos los poderosos se vieron sometidos por el accionar del representativo ‘hormiguero’.
“Esa selección fue algo increíble, se hizo en Santander lo que se tenía que hacer, quienes la integramos fue por méritos y conformamos una gran familia donde jugadores, cuerpo técnico, directivos de la Liga, afición y prensa, tiramos para el mismo lado”, sostiene Ferrer, quien años después brillaría en el balompié profesional con Bucaramanga y Millonarios, entre otros elencos.
Un proceso
El sueño dorado empezó en 1980 cuando ‘El Coco’ y su asistente Norberto Anaya, respaldados por directivos como David Motta Sepúlveda, Carlos Arenas, Israel Díaz y Cristhian Arguello, hicieron una convocatoria a la que se presentaron cerca de 400 futbolistas. Poco a poco fueron seleccionando el grupo y finalmente los mejores asumieron el Torneo Nacional de 1980, donde Santander fue protagonista y finalizó tercero.
Con el plantel más experimentado y un par de refuerzos, la Selección se hizo invencible un año después. Con el balón pegado al piso, orquestados por Óscar Muñoz en la mitad de la cancha, con las atajadas de Ómar Cabrales, la seguridad defensiva de Néstor Carrillo, la contención de Óscar Arenas y el poder goleador de un tridente demoledor: Holguín, Ferrer y Alarcón, el elenco ‘hormiguero’ llegó a la última fecha del Hexagonal Final con la oportunidad de ser campeón, incluso, con el empate ante Antioquia.
La cita con la gloria era en el estadio Alfonso López, de una ‘Ciudad Bonita’ que, en esa época, le hacía honor a su remoquete: era la Bucaramanga amable y cordial, donde los niños se divertían sin problemas en la calle, con menos corrupción, atracos y mejor calidad de vida para todos.
El partido
A Santander, por tener mejor campaña, le alcanzaba con el empate para festejar, pero al frente estaba una poderosa Selección de Antioquia que era orientada por Alfonso Marroquín y que tenía en sus filas, entre otros, a Luis Fernando ‘El Chonto’ Herrera, Jhon Jairo Galeano y Santiago Escobar.
“El estadio estaba a reventar y todos éramos conscientes de que no se nos podía escapar el título. Habían nervios, pero tan pronto empezó el partido desaparecieron”, sostiene ‘El Pirata’.
Precisamente, los santandereanos salieron a ‘devorarse’ a los antioqueños, con presión en campo rival y el fútbol que le agrada a la gente, de buen trato de balón.
Transcurrían 16 minutos y los ‘paisas’ parecían reaccionar, pero la pelota la tomó Óscar Muñoz y cuando el talentoso mediocampista la agarraba se sabía que algo podía pasar.
La manejó con su técnica depurada, siempre cabeza levantada y metió un pase al vacío, de esos que lo consagraron como el mejor futbolista del torneo.
Alarcón se aproximaba a recibir la asistencia, el portero rival, Álvaro Restrepo, intentó anticipar y se produjo un choque con el defensa Francisco Jaramillo que envió lentamente el balón a la red, impulsado por los aficionados que estallaron en júbilo con el gol.
Santander acariciaba el campeonato pero no hay felicidad sin algo de sufrimiento, porque Antioquia igualó al iniciar la segunda parte, mediante Santiago Escobar.
Allí salió a relucir la berraquera de los ‘hormigueros’ para resistir con orden defensivo la arremetida del adversario y, al mismo tiempo, dejar pasar los minutos con el dominio del balón cuando se recuperaba.
Parecieron eternos los instantes finales, pero los ‘Dioses del Fútbol’ ya tenían el justo y merecido premio para una Selección que durante dos años planificó el anhelado título y salió adelante siempre.