Esta organización no gubernamental, ONG, señala que, a medida que se intensifica la crisis climática (con incendios forestales, sequías que destruyen tierras agrícolas o inundaciones), la situación de las comunidades y los defensores de la tierra empeora.
Según la ONG, con sede en el Reino Unido, un promedio de cuatro defensores del medio ambiente han sido asesinados cada semana desde que se firmase el Acuerdo de París sobre cambio climático (2015), aunque puntualiza que es probable que haya más.
Las cifras reflejan el coste humano de la destrucción provocada por industrias y corporaciones explotadoras.
Según el documento, al menos el 30 % de los ataques registrados estaban relacionados con la explotación de recursos, como talado, represas hidroeléctricas, minería y agroindustria a gran escala.
La tala, de acuerdo con la ONG, fue la industria vinculada a la mayor cantidad de asesinatos en 2020, con 23 casos, en países como Brasil, Nicaragua, Perú y Filipinas.
El responsable de las campañas de Global Witness, Chris Madden, dijo que le gustaría “algún día” informar del fin de la violencia contra quienes defienden el planeta, pero que continuarán denunciándolo si los Gobiernos siguen sin tomarse en serio la protección de los ecologistas.
Estos datos, agrega Global Witness, ponen de relieve que luchar contra la crisis climática conlleva una carga para muchas personas que arriesgan sus vidas para salvar bosques, ríos y biosferas que son esenciales para contrarrestar el calentamiento global.
El informe subraya que Colombia volvió a ser el país con mayor número de ataques registrados, con 65 defensores asesinados en 2020, y resalta que un tercio de estos ataques fueron contra indígenas.
En 2020 hubo también numerosos ataques contra defensores indígenas en México, América Central y del Sur, Filipinas e Indonesia.
Nicaragua fue testigo de 12 asesinatos, en comparación con 5 en 2019, lo que lo convierte en el país más peligroso per cápita para los defensores de la tierra y el medio ambiente en 2020.
En Brasil y Perú, casi las tres cuartas partes de los ataques registrados tuvieron lugar en la región amazónica de estos países.
También se documentaron 18 asesinatos en África en 2020, en comparación con 7 en 2019.