A sus 20 años, Néstor Ramírez Ayala, un santandereano que se fue a buscar suerte en Bogotá, aprendió , durante cerca de cinco años, el arte de elaborar esponjas. Regresó a Bucaramanga, se casó y junto con su esposa decidieron emprender en este negocio.
En 2012, Ramírez y su pareja montaron su negocio. Durante las mañanas fabricaban las esponjas y en la tarde salían a venderlas en toda el área metropolitana de Bucaramanga. El negocio creció y hoy cuenta con 10 empleados directos y otros tantos indirectos.
Este empresario afirmó que “con mucho esfuerzo diversificamos nuestros productos y ahora también elaboramos trapeadores, escobas y cepillos, escobones, telarañeros y hasta coladores artesanales para el café”.
Si usted ha visto en la tienda o en el supermercado, las esponjas de colores oro y plata, sepa que detrás de ese producto están las manos de unos incansables santandereanos.
El sueño de Ramírez Ayala es que su negocio crezca y poder generar más fuentes de empleo en el arte de crear artículos para el aseo.